Una de las cosas que más caracteriza a los adolescentes es llevar la contraria.
Esta pueril actitud la tienen también las instituciones que nos gobiernan, pero esta vez, con la simple razón de demostrar quién manda y no quién lleva la contraria.
Uno de los casos más flagrantes de estos actos de autoritarismo de nuestras administraciones, es el tratamiento de los graffitis, un arte callejero cada vez más considerado y cada vez más perseguido.
Y no me estoy refiriendo a las firmas y marcas territoriales con que la mayoría de la gente identifica los graffitis, sino a verdaderas obras de arte que de vez en cuando engalanan los aburridos muros de nuestras ciudades.
Hace poco descubrí, un tipo de graffiti que, a modo de vuelta de tuerca, no pinta, ¡limpia!
Las ciudades están tan sucias, que si limpias selectivamente, los resultados pueden ser sorprendentes.
Estas limpiezas selectivas, por lo visto, "obligan" a los ayuntamientos a limpiezas exhaustivas, en una nueva vuelta de tuerca del autoritarismo como acto pueril de llevar la contraria.
Os dejo un vídeo del graffitero limpiador y la pueril, estúpida y absurda reacción de las autoridades competentes.
Alexandre Orion el "limpiador" del vídeo, dice que el graffiti puede ser considerado un crimen en muchos sitios, pero él solo limpia, no pinta, y lo que limpia es el crimen de muchos (la contaminación), pero aún así, no hay diferencia en el trato.
Posteriormente con lo que ha limpiado saca un pigmento con el que sigue creando, en un proceso que califica de "reciclar la limpieza" y que no es más que sacar belleza de la inmundicia.
Podéis visitar su interesante página web aquí, y visitar un montón de imágenes suyas aquí.
En realidad creo que los adolescentes lo hacen porque todavía no están institucionalizados (como decía el personaje de Morgan Freeman en la película "Cadena Perpetua" solo cambia los muros de una prisión por los rígidos corsés del deber de nuestra sociedad, lo que me lleva al famoso dicho de "madurar es hacer lo que debes y no lo que quieres"); la sociedad todavía no les ha domado y dicen y hacen lo que quieren, que en la mayoría de las ocasiones se limita a llevar la contraria porque sí, pero que no deja de ser mucho mejor que lo que hacemos los ya "institucionalizados", bajar la cabeza y aguantar el chaparrón.
Aquí un trozo de esa película:
Por eso pienso que aunque la analogía que he expuesto sea válida, no es acertada, puesto que mientras unos, los adolescentes, lo hacen por reafirmación personal y demuestra que son, todavía, libres; los otros, las administraciones, lo hacen como pura y simple demostración de poder, de que ellos han sido elegidos no para gobernar, si no para mandar.
1 comentario:
Publicar un comentario