16 febrero 2010

Invictus

Hace poco he visto la nueva película de Clint Eastwood y, como cada año, el director ha vuelto a ser aclamado como un clásico y su película como una nueva obra maestra. La verdad es que esta vez no estoy de acuerdo, la película me pareció plana y demasiado centrada en el aspecto deportivo, en detrimento del aspecto realmente transcendental que tuvo para Suráfrica ganar aquel campeonato de rugby.
Eso sí, las interpretaciones tanto de Morgan Freeman como de Matt Damon, son muy buenas, con un acento digno de los bóers más recalcitrantes.
Y esta película me ha llevado a algo de lo que quería escribir hace tiempo y ahora veo la escusa y oportunidad: La Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
Fue una comisión que se creó tras la desaparición del apartheid con la idea de descubrir los excesos que hubo durante los años que duró el régimen racista.
Testigos e implicados de ambas partes contaban sus vivencias, tras lo cual los que habían cometido algún delito asumían sus errores, pedían perdón a sus víctimas (cara a cara) y solicitaban amnistía.
La amnistía no fue completa y muchos fueron posteriormente juzgados por sus crímenes, pero lo que se consiguió, fue hacer un recuento de las barbaridades que se cometieron por ambos lados (recordemos que el ANC, el partido de Mandela y actualmente en el poder, tenía su ala terrorista), que se pidiera perdón públicamente por los crímenes cometidos y que se diera perdón por parte de las víctimas a su verdugos, de modo que, una vez puestas todas las cartas sobre la mesa, conociendo víctimas y verdugos de ambos lados, se zanjara el asunto y se tratara de trabajar por el futuro del país como una democracia universal.
Esto así contado de manera tan simple, debió ser muy difícil, puesto que enfrentó a víctimas con verdugos y aquéllos perdonaron a éstos.
Siempre se pone la transición española como ejemplo, pero la verdad es que no considero que lo fuera.
Frente a poner las cartas sobre la mesa, en España, se limitaron a barrer la casa y poner la mierda bajo la alfombra, y claro, algún día tenía que aflorar.
Hasta que en España no se haga un recuento total de lo que pasó durante la guerra civil y sobre todo durante la dictadura (y digo sobre todo, porque durante la dictadura, Franco ya se encargó de hacer un recuento de lo que pasó por parte del bando republicano con su "Causa general" donde se rindió tributo a todo aquel muerto "gloriosamente por Dios y por España" que cuentan con su oportuna placa en las iglesias de toda España), no tendremos las alfombras limpias y no cerraremos, por fin, la heridas del pasado.
Países con menos tradición democrática y muchos mayores problemas sociales como Chile, Argentina o Suráfrica, se han enfrentado valientemente a su pasado, no para pasar factura, sino para poder mirar de frente al futuro, sin rencores ni resentimientos.
Como España es diferente, cuando un juez trata de mirar al pasado, se le machaca hasta que deje de ser juez.
Los Ángeles Times se hace eco de lo que pasa en España con Garzón, diciendo, básicamente, que los españoles todavía no hemos asumido nuestro pasado y expresando su preocupación por la politización de la justicia.
Desde Human Right Watch, su portavoz Reed Brody destaca que resulta irónico que Garzón pudo hacer con Chile y con Argentina lo que no ha podido hacer con España y, añade, que Garzón cambió el mundo del derecho, demostrando con la detención de Pinochet que se puede hacer justicia real.
Va siendo hora de que se haga un recuento de lo que pasó, no para enjuiciar o culpabilizar a un montón de viejos, sino para que los perdedores puedan saber lo que pasó con sus familiares como sí lo supieron los vencedores con los suyos en su momento.
La Comisión de la Verdad y la Reconciliación Surafricana, es un buen ejemplo de cómo enfrentarse a un pasado complicado.

3 comentarios:

Tom dijo...

Totalmente de acuerdo. Lo que se está haciendo con el juez Garzón no tiene nombre, o sí, y resumido en dos palabras: una injusticia.
Independientemente de la fama de "juez estrella" que se ha ganado voluntaria y/o involuntariamente con sus numerosas actuaciones judiciales en temas variopintos como el terrorismo, el caso GAL o el más reciente de las víctimas del franquismo, me parece de República bananera que se intente juzgar a un juez que ha tenido el valor y la iniciativa de intentar corregir la tremenda injusticia de los ajusticiados republicanos que siguen descansando indignamente en cunetas y fosas comunes.
No creo en la justicia de este país. Presiento que aún quedan muchas viejas glorias reliquia de la dictadura que dictan sentencias que contentan tan sólo a los nostálgicos del antiguo régimen.
Respecto a Clint Eastwood, pues a mí me gustan en general sus películas. La última que vi y me gustó fue "Gran Torino". Te la recomiendo.

Anónimo dijo...

Yo soy uno de esos que considera al señor Eastwood como uno de los grandes directores americanos, sin embargo a mi tampoco me emocionó la película. Se puede ver porque la historia de Mandela es increíble pero carece de una de las cosas que mejor definen su cine, el ritmo. No tiene ritmo al contrario de otras suyas como Sin Perdón, Million dolar baby o Gran Torino. Respecto de las escenas deportivas (aparte que debían ser menos) son carentes de emoción, no están en absoluto bien contadas.
Por otra parte acerca de la "modélica" transición española y la Suráfricana sólo repetir lo que dices.... Tenemos mucho que aprender.

Iñaki Abella Gutiérrez dijo...

Pues sí, vi Gran Torino y me gustó bastante, aunque me sigo quedando con Mystic River y sobre todo con Million Dolar Baby, donde te puedes quedar colgado de Hilary Swank por una temporada.