Siempre he dicho que nunca viviría en una "Jaula de Oro"... y ya llevo algo más de tres meses en una.
Podría tratar de justificar esta paradoja, pero no lo creo justificable.
Las cosas malas que tiene vivir de ese modo son tan obvias y tan palpables diariamente, que resulta poco creíble cualquier justificación.
Lo que pasa que cuando por fin, por circunstancias de la vida que te lleva por caminos inesperados, te ves viviendo como piensas que nunca vivirías, empiezas a ver la otra cara de la moneda, las cosas buenas.
Por supuesto que tu estilo de vida cambia radicalmente, y el cambio menos importante es debido al cambio de continente, país, cultura, sociedad y "amistades".
Al principio cuando vinimos aquí, además de que era una buena oportunidad de trabajo, pensamos en vivir en Nairobi lo menos posible y tratar de salir y conocer este maravilloso país que es Kenia.
Pero poco a poco te vas dando cuenta de algo de lo que inconscientemente eras consciente, y es que vas a pasar más tiempo en Nairobi del que esperabas/deseabas.
Y te adaptas a tu nueva situación, y las cosas buenas las aprecias cada día más, y las cosas malas las interiorizas de tal modo que acaban formando parte de tu rutina, como antes lo era coger el metro y pasar casi una hora dentro de él en cada trayecto, aguantar un tráfico horrible, una contaminación apestosa y una sociedad decadente, cada vez más egoísta, superficial y prescindible.
Sigue sin gustarme vivir en una gran ciudad, es igual que sea Madrid o Nairobi, las dos únicas donde he vivido; ambas tienen cosas buenas y cosas malas. De Nairobi todos hemos oído miles de cosas malas y muy malas, (por algo es llamada entre los anglosajones "Nairobbery", un juego de palabras con robbery=robo por la fuerza).
Las cosas buenas de Madrid son también muchas y muy apreciables, sobre todo ahora que adolezco de ellas, como pasear por la calle a cualquier hora sin problema, vivir sin seguridad las 24 horas en tu casa y no preocuparte mucho por la inseguridad.
Las malas, muchas de ellas tan interiorizadas y asumidas como normales que no las percibimos como tales hasta que no sales de allí, además de las ya mencionadas, serían vivir en pisos diminutos sin jardín ni nada parecido a naturaleza.
En Nairobi no puedes caminar por la calle una vez es de noche, incluso ir en coche es potencialmente peligroso siendo común los secuestros-express; pero puedes tener una casa con un jardín increíble lleno de naturaleza y sin escuchar el tráfico cosntantemente, por el precio por el que en Madrid tienes un pequeño apartamento.
Los fines de semana en Madrid puedes ir a un montón de sitios increíbles y hacer un montón de actividades diferentes, lo mismo que en Nairobi, solo que los sitios increíbles son el destino de miles de turistas que hacen un viaje de "una vez en la vida"
Estos sitios increíbles de "una vez en la vida" son los que hacen que a pesar de haber dicho que nunca viviría en una "jaula de oro", me merezca la pena vivir en una.
Consciente de lo bueno y lo malo de vivir en Madrid o Nairobi, lo que tengo claro es que prefiero vivir en un pequeño pueblo en contacto directo y diario con la naturaleza, como vivimos en Pacuare o en Gorongosa, aunque también tiene sus partes negativas.
Y es que, parafraseando la famosa frase: "Nada es perfecto"
(De algunos de estos sitios estoy preparando próximas entradas aquí, pero es que tengo tantas fotos que me llevará todavía un tiempo publicarlas)
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