Para muchos, Ubuntu, no es más que un sistema operativo gratuito y de código abierto mucho mejor que los más conocidos; pero antes que esto, Ubuntu, es un término zulú de África del Sur que viene a significar "soy lo que soy por los que me rodean" y que sintetiza toda una filosofía de vida, basada en la cooperación más que en la competencia.
Por las similitudes entre la filosofía de los programas de código abierto y gratis del sistema operativo y la filosofía zulú, Mark Shuttleworth, que es surafricano, le dio ese nombre.
En los arrabales de Arusha, después de todo el día en el Parque Nacional del mismo nombre, se nos pinchó una rueda. Antes de que hubiéramos bajado del coche, ya estábamos rodeados de gente... dispuestos a cambiarla.
El guía apenas se manchó y se dedicó simplemente a dirigir la operación. En pocos minutos, teníamos nuestra rueda puesta y listos para llegar al hotel.
Hace unos días, vi a un hombre de más de 70 años al que se le acababa de pinchar la rueda, sin pensarlo, me acerqué y se la cambié (el hombre no habría podido ni aflojar las tuercas).
Esto es, quizá, lo más importante que he aprendido en África. Quizá en otras zonas del continente o entre otras tribus, no se llame así, o tan siquiera se llame, pero es la filosofía de la vida que impera cotidianamente y probablemente el motivo por el que, a pesar de todo, se mantienen vivos.
Antropológicamente se considera que, mientras los hombres se interrelacionan a través de la competencia, las mujeres lo hacen a través de la cooperación, motivo por el que, quizá sin saberlo, las feministas aseguran que las mujeres "lo harían mejor".
Estoy seguro de ello, pero también es verdad que nuestras sociedades están marcadas por siglos de autoritarismo masculino que, incluso, han influido en la manera de ser de las mujeres hoy en día, más cerca de la testosterónica competencia que de la estrógena cooperación.
El futuro pasa por la cooperación frente a la competición.
Y para empezar: ¡cambia la rueda!
2 comentarios:
buena entrada... meneada
Me ha gustado mucho la entrada, y eso que no hay fotos...
Ana
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