La mejor decisión que se puede tomar es, simplemente, no montar estaciones de esquí.
Claro, esto puede resultar paradójico con mi gusto por el esquí, pero es que hay estaciones y estaciones, como en todo.
Y hay esquí y esquí.
Una cosa es montar una macroestación cargándose todo el ecosistema, con un desarrollo urbanístico desproporcionado y de espaldas a la población local y otra es montar estaciones más pequeñas, en zonas propicias, minimizando el impacto y contando con las poblaciones locales para el alojamiento de los esquiadores.
Ejemplos de la primera son casi todas las de España, llevándose la palma Formigal y ejemplos de la segunda estaría Boí-Taüll.
Formigal pertenece a Aramón, empresa mixta, cuyo consejero delegado manda más que el consejero de medio ambiente de Aragón y que hace unos pocos años se cargó un precioso valle pirenaico prácticamente virgen, Espelunciecha, para hacer una ampliación sin sentido.
Aramón tiene ahora un demencial plan de ampliar Cerler, para lo que habría que saltarse el Parque Natural de Posets y Maladeta y cargarse la zona más alpina de toda la península y que ya cuenta con una gran oposición por parte de montañeros, ecologistas e incluso locales.
Baqueira-Beret también tuvo su cuota de polémica con la ampliación por la Vall de Àrreu que pertenecía a la red Natura 2000 y que contaba con la oposición de Bruselas.
Otras estaciones con polémica más o menos reciente, son La Covatilla en Salamanca y San Glorio en la cordillera Cantábrica y entre los parques de Fuentes Carrionas y Picos de Europa.
Por supuesto hay y habrá más, porque la avaricia no tiene límites.
Una vez más, en nuestra capacidad de selección como consumidores, está la posibilidad de esquiar en unas estaciones o en otras.
La estación de Valcotos tenía previsto un desarrollo urbano en el puerto de Cotos bastante grande (estos desarrollos urbanos, que son los que en nuestro país hacen rentables las estaciones y el motivo por el que alguien invierte en ellas, son también responsables de un gran aumento del impacto ambiental provocado por desmontes, accesos, residuos, masificaciones...).
Como la comunidad de Madrid (que de haber estado presidida por la actual presidenta hubiera corrido una suerte muy diferente) no quiso dar el permiso para esta urbanización especulativa (¿alguna no lo es?), compró la finca de Cotos haciéndola pasar por expropiación y la incorporó al Parque Natural de Peñalara en 1998 y desde entonces se desmanteló la estación y se reforestó toda la zona.
Para quienes hemos conocido la zona antes y después, el cambio en tan solo 10 años ha sido brutal y ahora contamos con la mejor zona de alta montaña de la comunidad.
Pues aprovechando que me gusta esquiar y que no hay instalaciones fijas, nos fuimos a hacer esquí de travesía, que no hay que confundir con esquí de fondo.
La diferencia básica es que con la travesía puedes ir a cualquier sitio que tenga suficiente nieve sin necesidad de la más mínima instalación.
El equipo es muy parecido al de pista, salvo que las botas tienen dos posiciones, una más rígida para descender y una articulada para subir. Además tienen suela normal de bota de montaña y se le pueden poner crampones.
Los esquíes llevan unas fijaciones cuyo talón se libera para poder caminar y se le ponen unas cintas adhesivas en la parte inferior llamadas "piel de foca" y que te permiten subir por pendientes bastante inclinadas sin resbalar hacia atrás.
Con todo esto, ayer fuimos Chus, Edu, Alberto (colega de Edu) y yo, con la intención de ir hacia la laguna de Los Pájaros, de allí remontar la cresta de Los Claveles hasta el pico Peñalara y bajar al puerto por Dos Hermanas.
Una vez que llegamos a la laguna, yo había cubierto mi cupo de desnivel por ese día y me volví por donde había venido, mientras los demás siguieron lo planeado.
En el regreso pude disfrutar de momentos de absoluto silencio, donde nada ni nadie te molesta y la montaña te hace sentir insignificante pero a la vez muy afortunado de poder estar allí.
La verdad es que tuvimos mucha suerte con el tiempo, ya que estaba muy soleado pero frío, por lo que la nieve estaba en excelentes condiciones y las vistas eran increíbles. Justo cuando llegamos de vuelta a la furgoneta de Edu, comenzó a nublarse y subir la niebla que cubría todo Madrid.
El esquí de travesía no tiene ningún impacto con el medio y es una excelente manera de disfrutar de la montaña en invierno. Además es, también, una excelente manera de ponerte en forma. ¡Muy en forma!
Chus ajustándose algo mientras Edu coge agua en la fuente. Se pueden observar los pinos muy cargados de nieve, cosa poco común por estos lares
Bueno, esto también me ha servido para descargarme un poco contra las estaciones de esquí y su ansía por destrozar los mejores lugares de montaña que nos quedan.
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