Ese fue nuestro tercer y último año allí.
En todo lo concerniente con investigación, conservación, educación y relaciones humanas en la reserva fue el mejor año de largo.
Lástima que nuestro jefe no estuviera a la altura.
Ese año, por dejadez del responsable de la reserva, nosotros hicimos toda la selección de asistentes de investigación y seleccionamos a todos los que fueron. Obviamente hubo menos diversidad de nacionalidades que el año anterior, cosa que encantaba al dueño de la reserva pero que hacía las cosas muy difíciles, porque aunque todos habláramos el mismo idioma no todos entendemos las cosas del mismo modo cuando somos de 8 países distintos.
Sin embargo, este tercer año casi todos eran españoles y enseguida se formó algo que no había existido antes (y que probablemente no haya existido después): buen rollo generalizado.
Y ese buen rollo hace que cuatro años después, todavía sigamos quedando de vez en cuando.
Para esta quedada optamos por algo diferente, menos visitas culturales y más campo, menos paseos por monumentos y más vivir la ciudad, menos comilonas y más "Pepe el guarro" (¡qué gran descubrimiento!)
El sábado nos fuimos a La Pedriza, que sólo los dos madrileños conocían, pero a la que no volvían desde hacía tiempo, subimos por la senda Maeso hasta la pradera del Yelmo, con la intención de escalar un poco en el Rompeolas. Para cuando llegamos se puso a granizar primero y a llover después y sólo nos dio tiempo de comer y regresar. Eso sí, vimos un grupo de cabras macho espectacular.
De vuelta a Madrid paramos en "Pepe el guarro", un bar del barrio del Pilar donde nos pusimos de cerveza y alitas de pollo hipersaladas, hasta las trancas.
Al día siguiente al Rastro de tapas, primero una de navajas, zarajos setas al lado de Cascorro, para seguir con unas tostas en el extremeño de chuparse los dedos y para finalizar una cafecito rico rico y a dormir la siesta en el metro de camino a casa.
El aspecto del salón de nuestra casa, tres en el suelo, uno en cada sofá, dos más en el cuarto de invitados y nosotros, total nueve personas
Comiendo las tostas del extremeño. Lo malo son las bandejas de corcho blanco, pero estaban buenísimas
En resumen, un fin de semana muy completo que hay que repetir de vez en cuando, a ser posible sin ausencias.
3 comentarios:
Que envidia al ver estas fotos y esos buenos momentos que habeis disfrutados.Que el espiritu pacuareño siempre siga vivo.Espero veros en la proxima.Saludos a tod@s.Raul
Como Raúl, ahora me muero de envidia. Muchas gracias por compartir las fotos, me hubiera encantado estar ahí, pero habrá más veces, ¿no? ¡Un abrazo a todos!Elena
La próxima en el levante!! Podemos organzar unas rutas nocturnas por la playa..quien sabe, a lo mejor sale una tortuga...
Esther
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