Semana Santa en Cádiz

Aprovechando la casa de los padres de Mónica en el Puerto de Santa María, nos fuimos para allá Mónica y yo, con unas amigas suyas, Pili, Sandra y Elena, que ya estuvieron con nosotros en Mozambique y Suráfrica y allí nos juntamos con Cris, de vacaciones por Chiclana.
Desde el Puerto fuimos a dar un paseo por el pinar y los acantilados de La Breña en Barbate, que estaba en plena floración de jaras, romeros, lavandas, lo que lo hacía realmente espectacular.

En el acantilado, mirando las gaviotas pasar

Regresando por el bosque

Detalle del tronco de un pino piñonero

Al día siguiente amanecimos un poco antes, lo que no es mucho, y conseguimos salir de casa antes de las 11 de la mañana, rumbo a San Bartolo, una escuela de escalada al lado de Tarifa, desde la que puedes ver las playas del estrecho, el mar y África mientras trepas.
Mónica y Pili ya habían escalado antes, pero ni Sandra ni Elena ni Cris lo había probado, así que en una zona de vías cortas y fáciles monté un curso de inicicación a la escalada que las dejó de lo más contentas.

Foto: Cris López Coloma
Elena, Pili y Mónica no pierden detalle de mis explicaciones cuando empiezo la primera vía, un duro y mantenido IV+

Foto: Mónica López Conlon
Pili echa mano del magnesio

Foto: Cris López Coloma
En la cima de otra vía, saluda a la cámara para la posteridad

Foto: Cris López Coloma
Elena, desde entonces la "largatija de Cái", se aferra a la reunión poco antes del descenso

Foto: Mónica López Conlon
En la cima de otra vía, con el mar y punta Tarifa al fondo

Foto: Cris López Coloma
Sandra, que pasó de escalar, esperaba pacientemente a que dejáramos de hacer el tonto por las paredes

Foto: Mónica López Conlon
Cris empezando la primera vía

Foto: Mónica López Conlon
Y arriba, con las vistas detrás

Foto: Cris López Coloma
Mónica encara la vía con decisión

Foto: Mónica López Conlon
Cris y Mónica, se retratan encima de las vías que acababan de escalar

Una vista general de un sector de San Bartolo, la mejor zona de escalada de Cádiz

Tras un poco de adrenalina, nos bajamos a las cercanas ruinas romanas de Baelo Claudia, en la playa de Bolonia. Desde luego no eran tontos estos romanos eligiendo sitios para vivir.

El acueducto de Baelo Claudia

Algunas piedras tiradas por los suelos con el mar y África al fondo

Otra vista de las ruinas frente al mar

Como las ruinas las cierran muy pronto nos encaminamos a Tarifa a tomar unas cañas

El domingo, éstas se volvieron para Madrid y Mónica y yo nos quedamos; vimos una procesión de el Puerto (que merece una entrada por sí sola) y nos fuimos a Sevilla donde quedamos con Irra que nos enseñó la huerta del Rey Moro, una increíble huerta vecinal en pleno centro del casco antiguo que también merece una entrada aparte.
Tras perder el autobús de las seis, pateamos todo el centro histórico y cogimos el de la una.