Sabía de qué se trataba, pero nunca imaginé adecuadamente su magnitud.
Aunque no es muy buena, esta fotografía hecha desde el coche muestra una porción de La Manga donde se aprecia, no muy bien pero mejor que en mis peores pesadillas, su magnitud
Decía José Antonio Valverde en sus memorias, que el Mar Menor y La Manga, era uno de los espacios naturales costeros más valiosos de toda la península, con la mayor albufera de Europa, con 24 kilómetros de arenales cubiertos de sabinares, únicos en el Mediterráneo español y con una serie de humedales, tanto salinos como dulces, de lo más variado.
En conjunto representaba uno de los ecosistemas más ricos de todo el continente, y de haberse preservado, hoy sería un señero parque nacional.
Por contra, tenemos el Mar Menor con una gran contaminación, principalmente de origen orgánico por la gran presión humana existente en sus orillas, y La Manga, los 24 kilómetros de antes casi en su totalidad cubiertos de edificios más o menos altos que en su máxima ocupación llegan a albergar más de 500.000 personas en verano.
La línea de edificios de La Manga, vista desde el interior o desde el mar, resulta lo más parecido al típico skyline americano que jamás haya visto en España: ¡Una atrocidad en toda regla!
Afortunadamente todavía quedan retazos de lo que fue, como el Parque Regional de Las Salinas y Arenales de San Pedro de Pinatar, las Islas e Islotes del Mediterráneo y la Reserva Marina del Cabo de Palos e Islas Hormigas.
Además nos acercamos al Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila, que a escasos minutos de La Manga conserva asombrosamente preciosas playas sin urbanizar; en concreto la de Calblanque, la única que visité, tiene una de las arenas más finas y de color más bonito que haya visto.
El caso es que hasta allí nos fuimos, invitados muy amablemente por Laura y Antonio, Mónica, Sandra, Cristina, Pili, Amaia, Álvaro y yo, total nueve personas en un piso de dos habitaciones.
Fue un fin de semana rápido, cuyo principal objetivo era bucear en Islas Hormigas, sin duda la mejor inmersión que he realizado en España: muchas vida, muchos peces grandes y unos cuantos nudibranquios diminutos pero preciosos.
Además, Mónica, Álvaro y yo nos acercamos a una pequeña escuela de escalada en El Portús, con una piedra de conglomerado bastante cursiosa para escalar. Un par de vías y a cenar.
Cristina, Sandra, Amaia, Laura, Pili, Mónica y Álvaro comiendo copiosamente antes de salir de viaje de regreso
El fin de semana fue muy divertido y me quedo con las ganas de probar unas rutas en bici por la zona de los sabinares y salinas de San Pedro.
Otra vez será (si nos invitan de nuevo: por cierto muchas gracias por invitarnos)
1 comentario:
Hola!
Fuisteis a Clablanque? Qué bueno! Yo lo he descubierto este año y ya me que quedado a dormir dos veces, es una pasada!!
La proxima vez avisad y me acerco a veros, que no me pilla muy lejos de casa!
Esther
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