La crisis da para justificar lo que haga falta, desde despidos improcedentes hasta rebajas de salarios insolidarias (insolidarias porque nunca son iguales para todos), desde construcciones imposibles hasta despilfarros subvencionados.
Los despidos y las rebajas están a la orden del día y sólo afectan a los que menos ganan y por tanto, a los que menos repercusión sobre el total tendrán, pero es mucho más fácil despedir o rebajar el sueldo a cien curritos que a un directivo, que además está mucho mejor informado e igual nos la monta.
Lo de construcciones imposibles viene por el reciente acuerdo entre el gobierno central y el autonómico madrileño sobre el cierre de la M-50, otrora imposible de realizar según el gobierno de Zapatero por su enorme impacto ambiental y ahora tabla de salvación y reactivación de la economía, según el mismo gobierno.
El proyecto no solo afecta al monte de El Pardo, un espacio natural de un valor poco apreciado y del que Patrimonio Nacional, con su inacción, está echando a perder, sino a otros espacios menores del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares que, una vez acabada la obra, quedarán aislados del resto del parque, lo que favorecerá la descalificación de la protección y posterior calificación como urbanizable, que llevará a la saturación de población en la zona, por lo que será necesario ir pensando en la M-60, M-70, M-80...
Lo que falla no es la M-30 ni la M-40, que son suficientemente grandes; lo que falla es la planificación de Madrid como megaurbe, que precisa de unos desplazamiento cada vez más largos para hacer lo mismo.
Es como la paradoja de la Reina Roja de "Alicia en el país de las Maravillas", desarrolla por el biólogo evolucionista Leigh van Valen: correr cada vez más, para permanecer en el mismo sitio.
Mejor harían el gobierno central y autonómico en invertir ese montón de dinero en desurbanizar ciertas zonas de la ciudad, mejorar, restaurar y habitar el centro para que no sean necesarios tantos desplazamientos y por ende, tantos coche y tantas M-XX.
Con el actual modelo de desarrollo, la M-50 no será más que un parche temporal como lo ha sido la M-40, que apenas ha sido eficaz contra los atascos unos 5 años.
Los despilfarros subvencionados vienen por la manera en que la comunidad de Madrid quiere ayudar a la industria automovilística, que por otro lado, digo yo, que porqué la tenemos que ayudar.
Hace años se aprobó un impuesto de matriculación de manera que quien comprara un coche más potente y por tanto más contaminante pagaría más por él. Me parece bien, aunque seguimos en la estela poco efectiva de que "quien contamina paga".
Bueno, pues ahora, como medida para reactivar la economía, en concreto la industria del automóvil, y como en tiempos de crisis cualquier medida para paliarla parece buena, la comunidad de Madrid devolverá el 20% del impuesto de matriculación.
Así visto parece que no está mal, pero bien mirada resulta aberrante. El ejemplo del enlace es bien significativo: si te compras un Porsche Cayenne la comunidad devolverá 1500 € a alguien al que desde luego la crisis le viene muy pequeña; pero si te compras un Seat Ibiza, te devolverá 114 € con los que no saldrás de la crisis.
Eso por no hablar de la patada en el culo al protocolo de Kyoto, firmado en época de Aznar y que su gobierno se pasó por la entrepierna, previendo que no sería su partido el que tendría que lidiar con el hecho de cumplir lo firmado.
Como medida anticrisis, Zapatero propuso también que los escolares tengan un portátil.
Como medida educativa le veo muchos inconvenientes, pero no me voy a meter en eso.
Como medida anticrisis no le veo el aspecto positivo. Y como medida que en su momento habrá que llevar a la realidad le veo muchas incógnitas y trabas, la que más me preocupa sería la referente al sistema operativo que van a llevar.
Desde el gobierno ya se han apresurado a decir que llevará un sistema dual, con windows y otro sistema (previsiblemente linux), y que las comunidades autónomas decidan, pero esto tiene, al menos, dos problemas graves: contraviene la ley de contratos públicos al imponer una marca y encarece los ordenadores brutalmente por las licencias de programas privativos.
Luego estarían otros problemas, por ejemplo, a Extremadura, donde Linex se está imponiendo en las administraciones y educación ahorrándose millonadas (de euros) en licencias de software privativo, se le obligaría a tener que pagar a "Microsoft" por algo que ellos ya descartaron hace tiempo y que además es innecesario por haber una alternativa gratuita.
Y por fin estaría el rollo de la filosofía del software libre, con la que comulgo bastante y que podría convertir a Bill Gates, de generalizarse, en vagabundo.
La crisis lo justifica todo, tenemos dinero para salvar a los bancos pero no para acabar con el hambre, podemos hacer obras que antes eran monstruosidades, despedir trabajadores de un plumazo con la amenaza de que si no, se cierra el chiringuito, dar dinero al que se compra el coche más caro y pagar al hombre más rico del mundo lo que haga falta.
Y todo, con la escusa de la crisis.
Y todo, como medidas anticrisis.
Nuestra sociedad está basada en el consumo y está claro que nuestro modelo de sociedad es bueno para muchos, pero malo para muchos más (a escala global), por eso, desde hace tiempo se habla de un nuevo modelo desarrollo, pero no un desarrollo sostenible y compatible con la conservación de la naturaleza, sino un modelo de decrecimiento que haría posible una relación equilibrada con la naturaleza y que sería más justo para todos.
Más información sobre decrecimiento aquí, aquí y aquí.
Como dijo el ambientalista argentino Obdulio Menghi: "Por lo superfluo, nos estamos quedando sin lo necesario".
No nos queda otra que aceptarlo ¿O no?
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