Hace bastante tiempo que no escribo una carta general porque no había nada que contar, pero ahora sí.
El caso es que, muy a nuestro pesar, no volveremos a la Reserva Pacuare la próxima temporada. El proyecto era muy bueno y original (y no porque fuera nuestro), donde básicamente se integraban conservación, investigación y educación y las cosas este año, en lo relativo a él, marchaban muy bien, pero como digo (y de momento no es oficial), no volveremos a la Reserva Pacuare, que no quiere decir que no volvamos a Costa Rica, ¿quién sabe?
Los asistentes de investigación están haciendo un montón de proyectos diferentes, tenemos relaciones con gente de universidades, de museos de historia natural y de organizaciones conservacionistas grandes y esto, por fin, parece lo que queríamos que pareciera, una Estación Biológica, donde hay un montón de investigadores, todos con su propio proyecto y con ganas de terminarlo y publicarlo en alguna revista más o menos científica.
Como digo, las cosas relativas al proyecto van muy bien. De hecho ya hay una gente haciendo una cosa parecida, pero con dinero de verdad, en una estación cercana.
Pero no todo depende de nosotros y no estamos tan aislados como debéis suponer. El jefe está a escasa tres horas de la Reserva y estamos en comunicación telefónica casi constante.
Muchos ya lo sabían antes que yo, pero ya sabéis que no soy muy bueno conociendo a las personas, el caso es que por fin me he dado cuenta (bastante tiempo después que Mónica, que me lo venía diciendo), que nuestro jefe es un auténtico cabrón (y no se me ocurre otro calificativo). Es la típica persona que se aprovecha todo lo que puede de las demás y que luego cuando no le hacen falta los despide como si tal cosa, vamos, puñalada trapera por la espalda, que se dice.
A parte de esto, desde el principio de la temporada ha tenido muchos detalles que muestran su talante déspota, arrogante, soberbio, orgulloso, manipulador, mentiroso, usurero, clasista y cínico, aparte de cabrón, que creo que ya lo había dicho.
Hace apenas unos días le pedí explicaciones sobre una cosa que había hecho y con una suficiencia y un cinismo que dan asco, me contestó que no fue intencionado, pero que si lo fuera (admitiendo que sí lo fue) tampoco se arrepentiría. Le dije que no respetaba a la gente ni su trabajo y que mostraba muy poca ética y me contestó que la ética es un asunto muy profundo. Como el asunto concernía a una amiga nuestra, como solución, nos dijo que no era necesario que ella se enterara.
Supongo que así, no tiene muchos amigos.
No merece la pena entrar en detalles, pero el caso es que no vamos a aguantarle más y a la vuelta de las vacaciones en Agosto le diremos a él y al dueño de la reserva, que la temporada que viene no volveremos. Por supuesto esta temporada la acabaremos como estaba previsto, si nos dejan, aunque sólo sea por la gente que hemos traído y que han empeñado sus pertenencias para pagarse el viaje y poder hacer aquí su proyecto.
Lo que aquí se hace ahora nada tiene que ver con lo que se hacía cuando llegamos hace tres años. El proyecto ha dado un vuelco y mucha gente se ha interesado por nuestras ideas y por nuestros proyectos que poco a poco y con mucho esfuerzo e ilusión hemos ido sacando adelante.
Como hace poco he leído acerca de un proyecto para el estado palestino, el proyecto era "tan bueno que sólo un ingenuo podía tratar de llevarlo a cabo" y sé que no demuestro mucha modestia diciendo esto, pero así siento que era nuestro proyecto y claro, el ingenuo era yo, que no veía en mi jefe el talante arriba comentado y que otros muchos ven. Quiero suponer que no lo veía por pragmatismo más que por ceguera. Realmente me apetecía llevar adelante el proyecto y estaba dispuesto a pasar por alto ciertos detalles, pero ya hay detalles que no se pueden pasar por alto, sobre todo cuando se van acumulando muchos.
Además, este proyecto no es sólo un trabajo, es casi una forma de vida, es, mientras trabajamos aquí en él, nuestra casi exclusiva vida.
Ahora vuelve a mi aquella rabia incontenida (multiplicada por diez) que desearía haber descargado contra el ladrón aquél y que mi padre me dijo, con razón, que no había recibido la misma educación que yo ni había tenido mis oportunidades, pero el cabrón del jefe sí, así que no hay escusa...
Así que... así estamos, empezaremos a buscar trabajo donde sea, por que una vez que me he acostumbrado al trabajo de campo y al trópico no quiero volver a la ciudad.
De momento no sé qué vamos a hacer, probablemente Mónica se vaya a Baja California en octubre y hasta diciembre con la organización educativa que trae gente a la reserva y yo me buscaré algún proyecto para colaborar una temporada en Colombia e iré a visitar a una gente que conocemos y que está empezando un proyecto en Panamá y con la que quizá haya alguna posibilidad de futuro.
Y supongo que en diciembre volveré como estaba previsto a España, a ponerme hasta arriba de chorizo, queso, jamón y buena comida española, la mejor del mundo se mire por donde se mire.
Pues eso, ya os contaré como evoluciona el asunto.