Es una asociación de mujeres agricultoras, con las que el programa de Mónica ha empezado hace unos meses a trabajar. Además de ella, han sido fundamentales en él, Grant y Rosa (asesora e intérprete).
Todo el tema me parece un rotundo éxito, aunque es pronto para cantar victoria y todavía requiere de mucho trabajo.
Al tema.
Una serie de mujeres de Vinho, el pueblo de al lado del que ya os he hablado, formó una asociación para trabajar juntas un terreno para cultivar (esto, aparte de sus propias machambas) y pidieron ayuda al parque para que éste les aconsejara y les asesorara en distintos temas, que van desde el asesoramiento de técnicas agrícolas, hasta el comercio y distribución del producto.
Aprovechándose de la mejor época para la agricultura en estas zonas, en apenas el tiempo que llevo aquí, han plantado las semillas, trasplantado los plantones, regado, cuidado, limpiado, desinsectado, recogido, transportado y, finalmente, vendido al parque productos que ya nos estamos comiendo.
Fui por primera vez a ver las huertas con Grant, el asesor técnico del proyecto, (ver su punto de vista, en inglés, aquí) y ya tenían las camas donde se plantan las semillas, llenas de plantones a punto de transplantarse y con problemas de plagas. Pensé que sería un trabajo arduo y con poco futuro (¡yo siempre tan optimista!) y sentí un tremendo reconocimiento por esas mujeres tan trabajadoras... bajo un sol de justicia.
La huerta es ecológica, orgánica o biológica o como quieras decirlo, pero no por opción personal, si no por falta de otras opciones.
Se suele pensar que los cultivos orgánicos (esta es la denominación que más me gusta, son cultivos sin pesticidas, insecticidas ni fertilizantes químicos) son menos rentables que los normales, pero en éstos últimos jamás se cuantifican los gastos en químicos a la hora de calcular la rentabilidad. Si así fuera, veríamos que la rentabilidad en la producción agrícola no es tan diferente y si no fuera por las vergonzosas subvenciones agrícolas europeas, casi todos los agricultores de nuestro país se pasarían a cultivos orgánicos.
Estas huertas al no tener dinero, no les queda otra opción que ser orgánicas, y la verdad es que de momento les va muy bien.
Cultivan en la zona de inundación aluvial del río Pungwè, con lo que se asientan en zonas muy fértiles y los fertilizantes artificiales son innecesarios. De todos modos ya están pensando en métodos de compostaje para fertilizar en el futuro otros terrenos menos afortunados.
Las plagas, en estos cultivos, son más raras porque se basan en el cultivo de muchos diferentes vegetales. Al haber distintas especies en una misma huerta, un insecto puede atacar a un producto, pero al no ser exclusivo y dominante no puede convertirse en plaga. Además al haber otros vegetales con otros insectos que tampoco llegan a ser plagas, son atraídos otros insectos y otros depredadores que combaten el posible exceso de los primeros.
Por supuesto a veces hay que usar otros métodos y desinsectar a mano.
En un proyecto de desarrollo, uno de los factores más importantes es la actitud de la gente y el hecho de que hayan sido las propias agricultoras las que inicialmente pidieron ayuda, favorece mucho el desarrollo posterior del proyecto.
Además el hecho de que sean mujeres añade otro factor muy importante al tema, ya que en la mayoría de los casos, estas mujeres era la primera vez que se ganaban su dinero y disponían de él (lo que no significa, ni mucho menos, que fuera la primera vez que trabajaban, llevan toda la vida haciéndolo, pero lo que recogían era para consumo familiar básicamente).
La palabra "comodín" en el mundo de la cooperación al desarrollo es empoderamiento. Esto es una traducción del término inglés "empowerment", pero resulta que esta palabra ya existía en castellano con un significado muy similar. El uso actual de esta palabra, delimita un poco el uso antiguo, y, aunque es difícil de precisar, consiste básicamente en capacitar y formar a las personas para que puedan tomar las riendas de su propia vida y tomar las decisiones que afectan a su futuro. Al tomar sus propias decisiones y no estar impuestas por ONG de fuera, los proyectos basados en el empoderamiento son más sostenibles a largo plazo.
Un buen principio para el empoderamiento es la proactividad, esto es, estar dispuesto a hacer algo y no esperar a que lo hagan o te digan lo que hay que hacer.
Esta asociación ha mostrado una gran proactividad, el parque les ha apoyado (además de asesoramiento, les ha subvencionado una bomba de agua a modo de microcrédito, otra de las medidas estrella en la cooperación) y les ha empoderado, y sigue haciéndolo, así que, sentando las bases de un buen trabajo, es de esperar que esta asociación tenga éxito.
Como además está formada por mujeres, el éxito estará mejor distribuido y usado.
Hasta ahora hemos comido lechuga, una especie de espinacas, tomates y repollo.
El último capítulo de esta historia es la instalación de la bomba y el tanque de agua para el riego por goteo. A partir de ahora el trabajo será un poco menos arduo y podrá prolongarse durante todo el invierno, hasta que en verano se inunden todas las márgenes del río para su fertilización.
Listos para vender. Desde el río con las verduras en la cabeza (cada cesta pesaba más de diez kilos), para vender al parque. Cero emisiones en el transporte (bueno quizá algo de metano)
Los cocineros, encantados con la frescura y calidad de los productos y los consumidores también, aunque no haya fotos
Transporte del tanque a lomos de cabezas, aquí un momento del relevo. Lo peor no era el peso en este caso, si no el equilibrio, es increíble lo que estas mujeres llevan en su cabeza (¡y lo que aguantan sobre sus hombros!)
Por fin, el tanque se está llenando y cantan y bailan para celebrarlo. La emoción del momento hace que se me pongan los pelos como escarpias
Seguiré informando.