Hace unos días que regresamos de días libres y no he tenido mucho tiempo para contar qué hemos hecho con Fran y su colega, Javi. Llegamos a la reserva y hemos pasado unos cuantos días "desfaciendo entuertos" y no he podido escribir antes, pero como lo prometido es deuda, os aguantáis y recibís mi correo.
Llegamos a San José y fuimos al aeropuerto a buscar a Fran y Javi, ya que no sabían coger un taxi y darle una dirección, cosa no tan simple como parece como ya sabréis por mi anterior correo.
Acto seguido fuimos a comprar los billetes para Monteverde y de ahí al centro a tomar algo. A las dos salimos en el autobús, dimos una vuelta a la manzana, cuadra allí, y vuelta a la estación de autobuses.
¿Por qué? No sé, pero así fue.
Volvimos a salir y llegando a Alajuela, que sería como Móstoles en Madrid, el conductor se pone a preguntar dónde hay una llantería (lugar donde cambian ruedas), finalmente y tras casi atropellar a un borracho y casi pegar a un borracho, llegamos a la llantería y el autobusero le dice al mecánico, sucintamente, sin más explicaciones: "impacto pistola".
Será habitual allí, así que no necesitó más detalles. La verdad es que con saber que iba a cambiar la rueda, nos conformábamos.
Eso y no recibir un "impacto pistola".
Seguimos el viaje y llegamos, doscientos kilómetros y cinco horas después (y volvemos al recurrente tema de los buses centroamericanos), a Monteverde.
Los siguientes días los pasamos haciendo rutas por Monteverde, que son una serie de reservas privadas formadas por gente tan dispar como los cuáqueros expulsados de EEUU por no querer ir a la guerra de Corea o por los niños de no sé qué colegio sueco que comenzaron con una recolecta para salvar el bosque (de ahí el cursi nombre de una de las reservas "Bosque Eterno de Los Niños").
El susodicho bosque es el conocido bosque nublado o nuboso (según convenimos debería llamarse nebuloso, ya que se refiere a niebla), y puedes pasar el día viendo pájaros, como el quetzal, y esas cosas.
Monteverde, además, es famoso porque fue el primer sitio del mundo donde se describió un caso de extinción de anfibios sin una amenaza concreta, a partir de ahí se han descrito más, incluyendo el sapo partero de Peñalara. Lo más preocupante, para aquellos pocos que nos preocupa que los anfibios se extingan, es que cada vez se dan más casos de estos y mientras millones de personas se preocupan por animales que llevan extinguiéndose 50 años como el panda y el tigre de bengala, se están extinguiendo cientos de anfibios cada año, muchos de ellos antes de ser descubiertos.
El caso es que nunca podremos ver el famoso sapo dorado, a pesar de que allí venden montones de postales como reclamo y seguramente el 99% de las personas que compran esas postales, no saben que ese sapo ya no existe.
Después de Monteverde fuimos al volcán Arenal, en una ruta que llaman "jeep-boat-jeep", que no pasaba de "furgoneta-lancha-furgoneta", lo que probablemente le quite encanto turístico. Afortunadamente para nosotros, Mónica le echó morro en todas partes y aludiendo que trabajamos por aquí, nos hicieron precio de locales en todo, y eso supone descuentos de hasta más del 50%.
En Arenal, no vimos el volcán en erupción, aunque seguro que entró en erupción poco después. Allí fuimos a una cascada a hacer el dominguero, unos más que otros, todo hay que decirlo, y a cenar, que hay que aprovechar que por esas zonas turísticas se come mucho mejor que la media.
Al día siguiente fuimos a la reserva, Fran y Javi se alojaron en la habitación del jefe ( se nota que hemos progresado mucho en este curro, cuando recibimos la primera visita, el primer año, de las amigas de Mónica, las metimos en un cuartucho de la última cabina de la reserva, ahora ya metemos a las visitas en la casa grande ¡y en el cuarto del jefe!)
Un par de días en la reserva y Fran y Javi se volvieron a San Francisco, justo antes de que comenzara a llover mucho. Un día más tarde y ya no pudo salir nadie de la reserva porque todo estaba inundado.
La noche que salieron a la playa, salieron varias tortugas y estuvimos trabajando con ellas y la verdad es que quedaron muy impresionados y contentos, así que ya sabéis, si podéis, venid por aquí; y si queréis asegurar las tortugas, venid en abril o mayo que salen fijo; de momento claro, porque se están extinguiendo, también (la lista de vertebrados en peligro de extinción, dentro de poco será mayor que la de los que no están en peligro).
Y ahora ya nada más, seguimos trabajando mucho para que esto siga adelante y descontando los días que quedan para irnos a Bocas del Toro a bucear. Suerte que todavía no somos residentes porque sino no tendríamos escusa para salir del país.
Nada más por hoy, besos y abrazos a todos y todas y, parafraseando al presentador de "Días de cine": ¡Que la televisión no os carcoma las pocas neuronas que sobrevivieron al atasco de la mañana!
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