Pasamos unos días en el Puerto de Santa María como base de operaciones, Mónica (que estrena blog ahora que se va a Mozambique, espero tus fotos ansioso), Jose (mi hermano) y yo, y tuvimos la suerte de conocer algunos de los mejores espacios naturales de toda Europa.
Algunos dirán que exagero, pero en qué lugar del viejo continente hay playas vírgenes kilométricas, dunas gigantes, bosques de alcornoques que se pierden en el horizonte y parecen mezclarse con los del continente del sur, bosques relictos de laurisilva (llamados canutos por los árabes, mucho antes de que canuto fuera otra cosa, hecha con yerbas del sur) , los únicos camaleones fuera de África, pinares al borde del mar sobre acantilados llenos de rapaces como el halcón peregrino, o el mayor paso migratorio de aves del mundo. Y todo ello regado con la máxima diversidad biológica de Europa, una tradición culinaria para chuparse los dedos y un arte de pesca, la almadraba, declarada patrimonio cultural de la humanidad, que ya se practicaba en tiempos de los romanos, de los que, por cierto, todavía se pueden ver algunos de sus restos en la playa de Bolonia, al borde mismo del mar.
Pues todo eso y algo más, pudimos ver en apenas cuatro largos (los días aquí comienzan ahora a las 6 de la mañana y acaban a las diez de la noche) e intensos días.
Visitamos la playa de Zahara de los Atunes hasta el Faro de Camarinal, donde hay una pequeña cala que linda con un cuartel militar. En esta zona es donde se ha comenzado la reintroducción del ibis eremita (Geronticus eremita), un ave en peligro crítico de extinción, que sólo tiene una colonia de cría viable a medio plazo en el mundo. El hecho de haberse liberado estas aves en una zona cercana a un cuartel, puede parecer paradójico, pero algunas zonas militares se encuentran entre las mejor conservadas del país y desde luego las mejor protegidas.
Tras no ver a las aves y tomar bien de pescaíto frito y ortigas (anémonas rebozadas y fritas) fuimos a pasear por el pinar de Barbate, hasta la Torre del Tajo, donde hay unas vistas impresionantes. Estas torres fueron construidas por los árabes en los siglos XV y XVI y las había por toda la costa mediterránea desde Alejandría hasta el cabo de San Vicente y dicen que los avisos llegaban en sólo 24 horas de un sitio a otro.
El atardecer lo pasamos en el cabo de Trafalgar, que por si alguien no lo sabe da el nombre a la famosa plaza londinense donde está erigido como héroe el Almirante Nelson. ¿Y por qué? Pues porque él solito y con una flota mucho menor, derrotó en esta zona a las flotas francesa y española (bajo el dominio napoleónico por entonces). El cartel que cuenta la historia echa la culpa de la humillante derrota a la impericia francesa y a la dejadez española, que a fin de cuentas, estaban encantados de perder, ya que a la postre, esta batalla significó el principio del fin de Napoleón. El caso es que entre unos y otros hubo más de 5.000 muertos, más otros tantos heridos que morirían poco después por las infecciones. Como diría Forges: "Tupendo".
El faro de Trafalgar, está en un tómbolo cubierto de arena y de unas preciosas formaciones rocosas de origen biológico, al parecer una extraña especie de arrecifes de poliquetos, vamos lombrices.
Y ahora, lo que estábais esperando, más fotos y menos rollo:
Mónica caminando desde el Faro Camarinal a la playa de los militares. En primer término una siempreviva
Unas hierbas en la playa. Al fondo la sierra de El Retín, zona militar donde se ha reintroducido el ibis eremita