22 septiembre 2007

La caprichosa volubilidad de la suerte

Hace unos días la selección española de baloncesto perdió la final del campeonato europeo contra Rusia en un último lance marcado por la suerte, buena para unos, mala para otros. Mientras que todos los aficionados españoles al baloncesto se lamentaban de tan fatídico desenlace, yo me reía.
Y no es que me riera de la mala suerte del equipo español (aunque a decir verdad, me es completamente indiferente, no me gustan mucho los circos competitivos montados en rededor de los deportes), es que me recordó a algo absolutamente diferente: Match Point, la película de Woody Allen.

Imitando a la película, imagina el balón parado justo antes de embocar el aro, cuando parecía que iba a entrar para quedarse y no para irse como finalmente sucedió. En ese instante, congelado, cualquier cosa podía suceder, la gloria, el éxito y el oro para unos o la decepción, el fracaso y la plata (ya me gustaría fracasar así a mí) para otros. En la citada película, un anillo que se queda instantáneamente suspendido tras rebotar con la barandilla del río Támesis, tiene el destino del protagonista en sus manos, en ambos casos, la pelota de baloncesto sobre el aro y el anillo sobre la barandilla, la diferencia entre un resultado glorioso y otro desastroso es apenas perceptible.
No creo en la suerte como factor sobre el que construir una vida, por lo que no creo en los casos de la gente de la que todo el mundo dice que tiene buena o mala suerte, sin embargo, sí creo que puntualmente, un golpe de buena suerte bien aprovechado, puede dar un vuelco a tu vida.
A finales de 2002 Mónica acabó la carrera y buscando trabajo encontró una oferta para dos personas en Costa Rica.
De entre todas las personas posibles que podrían haberla acompañado me lo propuso a mí, que apenas éramos unos conocidos en ese momento.
Me imagino a Mónica tirando una moneda al aire para dirimir finalmente el asunto y, ralentizada como la pelota y el anillo, mi destino dando vueltas.
Eso es suerte (buena para mí, no sé si para ella).
Todo lo que vino después, ha sido bien aprovechado y ha dado un vuelco a mi vida.
Gracias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La única escena que me gustó de esa peli. El problema de la suerte es que muchas veces no sabemos ver cuando tenemos un golpe de buena suerte para aprovecharlo, pero tenemos demasiado claro cuando tenemos mala suerte.