03 noviembre 2004

Honduras

Lo primero que vimos al llegar a La Ceiba, en Honduras fueron las noticias. En un reportaje hablaba un hombre muy mayor que además estaba muy mayor y que resultó ser el presidente de la susodicha república.
Parecía muy triste y compungido mientras mostraba, con toda la vehemencia que su avanzada edad le permitía, su malestar y desacuerdo con una nueva ley promulgada en un país corrompido por el socialismo, otrora la madre patria hondureña.
El país caído en desgracia era, obviamente, España y la ley, la que permite casarse a las parejas homosexuales.
De La Ceiba fuimos a Roatán una de las islas e la Bahía y que forma junto a Utila, Guanaja y otros pequeños islotes y cayos, la barrera de arrecifes más grande del Caribe.
Lo que está claro es que a Roatán fuimos a bucear y hay pocos lugares como las islas de la Bahía de Honduras para bucear, tanto por la calidad de los buceos como por el baratísimo precio de las inmersiones.
Nos alojamos en un lugar llamado "Matt 620 Treassure Hunter", donde el alojamiento estaba incluido cada día que buceáramos con ellos, como es norma en la isla.
Más tarde nos dimos cuenta que Matt 620 es un salmo de los evangelios y que el dueño del tinglado es cristiano evangelista antievolucionista y pelín cansino.
Los buceos fueron increíbles, entre otras cosas porque debajo del agua no se puede hablar. Tras los mismos nos explicaba que la evolución no tenía sentido y que ver a los peces con tantos colores era la razón más obvia que se puede dar.
No entramos al trapo.
En un principio íbamos a estar cinco días y hacer diez inmersiones pero una tormenta tropical, que sentimos en el barco de regreso, hizo que se quedara en tres días y cuatro inmersiones (el sábado no se trabaja).
A la vuelta a La Ceiba fuimos al Parque Nacional Pico Bonito, un parque realmente impresionante, con el Pico Bonito de algo menos de tresmil metros pero menos de cien ascensiones documentadas.
Allí estuvimos haciendo excursiones por el río Cangrejal y disfrutando de una zona de selva y montaña a la que volvería encantado.
En La Ceiba también fuimos al cine y pasó una de esas cosas que puestas a que te pasen sólo puede pasarte en Honduras. Resulta que en un momento de la película (patética película) el malo ofrece al malo malísimo un puro cohiba. El malo malísimo, que era cubano, lo mira e inmediatamente lo tira al suelo con desprecio diciendo que nos es cubano sino ¡hondureño!, la que se lió en el cine nada tuvo que envidiar a la que se lió en la pantalla. Esta situación me recordó una que me pasó hace años nada más llegar a Polonia. Entramos en un bar y todos los clientes estaban viendo en la televisión un partido de fútbol entre ¡Polonia y España!
Tras La Ceiba fuimos hacia Guatemala pero pasando antes por las ruinas mayas de Copán, que si bien no son las más grandiosas, son, al parecer, las más elaboradas en sus bajorrelieves y las que más información han suministrado a partir de los mismos.

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