Afortunadamente Mónica conocía a Estichu, que trabajaba para la FAO en Guatemala Ciudad, y que nos acogió en su casa (conocida en su trabajo como Casa: Estichu acoge) muy amablemente.
Ella nos recomendó, nos guió y nos presentó a sus amigos con los que salimos por la capital más peligrosa del país considerado más peligroso de Centroamérica. Estuvimos en una zona de copas para los ricos de Guatemala que está muy bien.
Una cosa que te das cuenta enseguida es que Guatemala es un país con enormes diferencias sociales, mientras ves en la calle un montón de coches europeos caros con escolta delante y detrás (Guatemala es el país del mundo con más número de helicópteros civiles por habitantes y eso es porque los ricos prefieren moverse en este medio, mucho más seguro), ves también niños a las puertas de los restaurantes pidiendo algo para comer, algo que no habíamos visto en Honduras ni en Nicaragua, países con un PIB mucho menor que Guatemala.
De Ciudad de Guatemala o Guatemala Ciudad, tanto monta monta tanto, fuimos a Antigua, antigua capital del país y uno de los mejores ejemplos de ciudad colonial de Centroamérica, y de allí a la playa en la zona que llaman Monterrico, donde hay varios proyectos de conservación de tortugas que son famosos porque los sábados sueltan las tortuguitas recién nacidas y los turistas hacen apuestas a ver quien llega primero. Las ganancias, se supone, sufragan los gastos del proyecto.
Tras Monterrico fuimos a Flores donde nos reunimos con Fran para ir a Tikal.
Tikal son probablemente las ruinas mayas más famosas del mundo y fuimos pero dando un rodeo por la selva de tres días andando.
Lo mejor de la aventura, que transcurría por increíbles selvas que se han comido multitud de ruinas mayas, era nuestro guía: Cristóbal Uno.
El uno era porque su padre se llamaba Cristóbal y sus hermanos también, pero seguido de dos y tres, en el lugar de uno, y era realmente un cachondo que no paraba de contar historias mitológicas, que si el sombrerudo, que si la llorona, que si el greñudo… y casi todos los remedios de todas las plantas medicinales se basaban en la regulación del tránsito intestinal, que si demasiado deprisa que si demasiado despacio, salvo uno, que servía para hacer dormir a los niños cuando no pueden dormir. Tu les pones unas hojas en la frente, les acunas tres o cuatro horas y se duermen… Buen remedio ¿eh?
Tras tres días caminando por la selva, durmiendo en el suelo, sin ducharnos, con garrapatas y pulgas y un aspecto deleznable, llegamos al centro de Tikal, lleno de turistas de todo incluido con sus mejores galas.
Subir a las pirámides rodeados de semejantes personas es curioso. Llegaban arriba tan cansados como si hubieran subido el Everest y resoplaban tanto que a Fran no se le ocurrió otra cosa que montar un puesto de inflar globos. ¡Él siempre con tanta visión comercial!
Volvimos con Fran a Antigua donde nos invitó a su casa un amigo cooperante de Estichu, José Luis, al que no conocíamos de nada. De allí Fran se volvió a San Francisco y nosotros fuimos a Chichicastenango, donde hay un mercado maya muy interesante.
Tras el mercado y para terminar visitamos el lago Atitlán, rodeado de pueblos mayas donde en cada uno hablan un idioma y visten diferente (en un país tan pequeño como Guatemala hay 23 idiomas diferentes y otras tantas etnias).
La vuelta por Méjico fue rápida y según nos acercábamos a nuestro destino empezamos a echar de menos nuestras increíbles vacaciones.
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