Esta es otra de esas cartas mías dirigidas a todos en general y a nadie en particular.
Mi madre dice que podría reunirlas y publicar una novela de aventuras.
Mónica dice que soy un mentiroso.
La mayoría de la gente no dice nada, con lo que sospecho que les falta ese punto de confianza que a Mónica le sobra.
Mi madre dice que puedo publicar una novela, porque, yo creo, prefiere pensar que novelo mis desventuras (que no aventuras) por estos lares.
Mónica dice que soy un mentiroso por algo que conté una vez de unos perros salvajes que a su parecer no eran tan salvajes, pero a tenor suyo, el perro que le mordió la cara era un perro muy simpático (sic)
Vale, cuando dije que estaba rodeado por perros salvajes, quizá no lo estuviera por todos los flancos, pero con que haya uno delante y otro detrás, yo ya me siento rodeado. Y si digo que estuve todo el día buceando, nadie, salvo ella y para llamarme mentiroso, piensa que estuve ¡todo el día buceando!
Así que, ¡por favor! que nadie piense que novelo, invento o imagino lo que os narro; si pudiera publicaría fotos concernientes a mis historias para corroborarlas, pero por estos lares, la banda ancha es cinta de embalar, así que suficiente es que pueda mandar estas líneas.
Después de este rollo, al lío.
Por aquí nada nuevo, mucho trabajo y poco descanso.
Nuestro trabajo aquí lo dividimos en dos, temporada de tortugas laúd (una especie de tortuga marina, la más grande del mundo) y temporada de tortuga verde. Ahora mismo estamos justo en ese período de transición que empiezan a descender las primeras y a ascender las segundas. Pero esto no significa menos trabajo, esta semana vienen los asistentes de investigación que vienen a trabajar para la segunda temporada y todavía están los de la anterior. Tenemos que concretar y terminar los proyectos de la gente que se va y comenzar y formar a los que llegan, así que doble de trabajo.
Esta semana comienza la formación de la gente de la segunda temporada y como toda formación que se precie no se trata de echarles un rollo y ya está.
Hay que echarles un buen rollo. Y ya está.
Y como sabréis echar un rollo es mi especialidad, pero echar uno de los buenos... no hay especialistas en esto.
Para rematar las faena resulta que una de las cocineras se casa. Ya estaréis pensando en fiesta, banquete, ramo de flores y todas esas cosas.
Pues sí y no.
Pues sí, porque habrá una gran comilona, osea, más arroz y frijoles de lo habitual, habrá ramo de flores, de flores tropicales y todas esas cosas.
Pues no, porque a la cocinera, escasa de recursos económicos pero no mentales, se le ha ocurrido celebrar aquí el banquete aprovechando un día que no hay nadie, o casi, con lo que eso supone que básicamente nosotros estamos organizando la boda en cuestión.
Mañana vamos de compras, compraremos un montón de cosas con la suficiente habilidad para que lo pague la reserva sin que lo sepa, total, estamos hablando del chocolate del loro, pero hay que ver como se ponen estos ingleses cuando se habla de chocolate, sea de quien sea.
Pasado mañana cocinaremos toda la mañana porque resulta que a la cocinera, que como decía no le faltan los recursos mentales, le gusta la tortilla de patata y esas cosas redonditas de restos de pollo y con pan alrededor que tan bien me salen (aquí Mónica dirá que soy un mentiroso, que las croquetas no me salen tan bien, pero es envidia ya que a ella no le sale ni la bechamel)
Y después del banquete a recoger, porque claro, no vas a poner a recoger a la novia, por mucho que sea su obligación como cocinera.
Así que, así estamos, en plan BBC, pero a la tica.
Ya os contaré quien coge el ramo, porque por aquí hay unas cuantas desesperadas que ya están preparando estratagemas y estableciendo alianzas para hacerse con él, sin faltar las carreras en la playa con la toalla al cuello y el agua por las rodillas, el levantamiento de troncos y el arrastre de tortuga playa arriba, playa abajo.
Obviamente quien coja el ramo será la más burra y... ¿quien se quiere casar con la más burra? ¡Miedo me da la respuesta!
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