Algunas de las desdichas que me he encontrado en este país y que a modo de ejemplo, escribo, pero a sabiendas de que son insignificantes en su miseria y en su dimensión, pero transcendentales para quien las aguanta.
Felipe Espinoza, 60 años, Espinoza con zeta; así es como lo escribe él y como viene en su cédula. Muchos apellidos se escriben oficialmente mal, porque en algún momento algún funcionario oficial las oficializó con su ignorancia.
Desde que comenzamos en 2003 trabaja con nosotros, pero ya antes trabajaba con la reserva como taxista. Taxista pirata o pirata a secas, como le dicen a los que no tienen licencia para "taxiar".
Gracias al juego y al alcohol, se ha ido hipotecando poco a poco hasta que hipotecó su útil de trabajo: el carro.
Mantiene a dos nietos mellizos de 10 años que son hijos de una mujer con la que estuvo su hijo, pero no son de su hijo, luego no son sus nietos.
Mantiene a su hijo de 35 años que no le gusta trabajar más que beber.
Mantiene a su nieta Mayra, 17 años, su novio y su hija, la bisnieta de Felipe. O no.
Mantiene a su mujer de 58 años, que los ha cumplido hoy 22 de mayo de 2005.
Actualmente debe el equivalente a seis meses de sus ganancias mensuales, no ha pasado la revisión técnica del vehículos, obscenamente insuperable para muchos carros ticos que tienen que aguantar las carreteras ticas, por lo que la policía de tránsito le retiró el permiso de circulación, "marchamo", y le ha multado en reiteradas ocasiones.
Se pasa el día burlando al tránsito por lo que apenas saca la cuarta parte del monto que sacaba hace unos meses, por lo que no ha podido pagar el teléfono, por lo que se lo han cortado, por lo que pierde muchos clientes, entre ellos a nosotros.
La situación le desalienta y el desaliento le embriaga, con ayuda del alcohol. De nuevo.
Le regalo la gasolina cuando vamos a la bomba a por combustible para la reserva. Olvido sacos de arroz y frijoles en su casa.
El oficial de tránsito encargado de amargarle la vida, un hombre de unos cincuenta años, corto de estatura y largo de peso, pelo crespo, engrasado y sucio, se fija en Mayra, nieta de Felipe, más alta que el policia y de mucho menos peso. Muy guapa.
Cuando descubre la relación familiar entre su objetivo sexual y su objetivo laboral, afloja el acoso laboral a Felipe para apretar el sexual a Mayra. Felipe le pide a Mayra que le dé bola pero sin darle más.
El desenlace dependerá de la bola que dé Mayra. Cuando llegue a su limite y no dé más, regresará el acoso a Felipe.
Cuando Akiles está solo no dice nada a Felipe, pero cuando anda de patrulla con algún compañero, subordinado, se lo lanza a Felipe cual perro de presa. En un de esas ocasiones, tras pedirle la cédula y la licencia de conducir, el subordinado decide que le va a confiscar el coche a Felipe, éste sin pensárselo dos veces, aprieta el acelerador y huye. La policía le persigue, pero Felipe ocupa toda la calzada para que no puedan adelantarle. Finalmente les da esquinazo. Al cabo de unos días Akiles, va a casa de Felipe a devolverle la cédula y la licencia y le dice que la pulsee pero que no vaya a Bataán. Felipe obedece.
De camino a la bomba, Felipe topa de nuevo con Akiles acompañado, le dan el alto, le piden la cédula y la licencia y de nuevo le dicen que le van a confiscar el carro. Felipe no aguanta más y encolerizado le dice a Akiles que se ponga pantalones de hombre y no sea tan cochino. Akiles le deja marcharse, advirtiéndole que no le vea por Bataán.
A Felipe le dejamos casi 1000 dólares para que pusiera al día su carro. A pesar de tener claro que no debíamos implicarnos, nos implicamos. A pesar de tener claro que lo hacíamos con el dinero de la reserva y no con el nuestro, posteriormente nuestro jefe se encargó de enturbiar el asunto, responsabilizándonos personalmente del monto. Aún debe más de 500 dólares. Aún debemos más de 500 dólares.
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