17 abril 2007

Soy vegetariano... o no

Ahora que no se para de hablar del cambio climático y sus consecuencias, que las hay de todos los gustos, desde mucho calor, hasta vuelta a la era glacial (que todo puede ser, según leamos unos informes u otros, todos bien sesudos), voy a dedicar unas letras a explicar por qué soy vegetariano... o no.
De todos modos, parece que nada tiene que ver... o sí.
Razones ambientales:
La ganadería y la agricultura tienen efectos en los ecosistemas donde se desarrollan. Estos efectos pueden ser, positivos, actualmente casi nunca, o negativos, actualmente casi siempre.
En teoría ecológica se dice que la energía que pasa de un nivel trófico a otro superior tan sólo se aprovecha el 10% para generar biomasa. Vamos, que del 100% de lo que comemos, el 90% lo ocupamos en respirar y mantenernos vivos y calentitos, y sólo el 10% restante en crecer y desarrollarnos.
Con esta premisa en mente, parece simple entender que si comemos animales que comen plantas necesitaremos diez veces más energía que si comemos vegetales directamente, ya que los animales que nos comemos habrán comido a su vez vegetales y aprovechado tan sólo un 10% de ellos. Siguiendo el hilo, si comiéramos animales que comen animales que han comido plantas, necesitaríamos cien veces más.
Del mismo modo para alimentar a la misma cantidad de personas hará falta diez veces más territorio si los alimentamos con animales comedores de plantas que con vegetales.
En un mundo donde una importante parte de la población pasa hambre, alimentar animales que luego alimentarán personas, en lugar de alimentar a diez veces más personas directamente parece demencial, sin embargo, como hay ecosistemas más aptos para la explotación ganadera y otros más aptos para la explotación agrícola (entendiendo ésta como el cultivo de vegetales, exclusivamente), tradicionalmente se han dado zonas de ganadería y zonas de agricultura. En el caso español, está bien clara la diferencia, las zonas occidentales y ácidas son eminentemente ganaderas, y las zonas más básicas y orientales, básicamente agrícolas.
De cualquier modo, toda explotación agrícola, sensu lato, tiene ciertas repercusiones ambientales, y si no nos acomodamos a los distintos potenciales de los distintos ecosistemas, pueden ser, siguiendo la teoría ecológica del flujo energético, hasta diez veces mayores en la ganadería que en la agricultura.
Además de la pérdida de ecosistemas naturales y sus servicios ambientales por el avance de la frontera agrícola, con la consiguiente pérdida de diversidad; estamos expulsando CO2 a la atmósfera al quemar los bosques, con lo que antes de comenzar con la actividad agrícola, ya estamos colaborando con el cambio climático. Como para producir un kilo de carne se necesita un espacio diez veces mayor que para producir un kilo de vegetales...
Resultado: la ganadería es el principal agente deforestador del planeta.
¿Y nosotros que pensábamos que eran los chicos malos de las motosierras?
¡Y resulta que somos nosotros que nos comemos, literalmente, la selva!
Los gases de efecto invernadero son, para empezar, necesarios para nuestra supervivencia.
Esos gases son los que hacen que la Tierra no esté tan fría como Venus. Lo que pasa que, como dijo Paracelso, "el veneno no es la sustancia sino la dosis". Y por lo visto nos estamos pasando de dosis. Para obtener tierras para la ganadería, además del destrozo, expulsamos CO2, pero es que además el ganado emite otros gases efecto invernadero (además del CO2 que emitimos casi todos los seres vivos por el hecho de vivir), que resulta que son mucho peores, como el óxido nitroso y el metano.
Según un estudio de la FAO, la producción ganadera genera más gases de efecto invernadero, a lo largo de toda su cadena de producción, que el transporte privado. Según este estudio una vaca genera al día más gases de efecto invernadero que un coche medio al recorrer 50 kilómetros. Así que, como por ahí sugieren, si quieres hacer algo para frenar el cambio climático, ¡hazte vegetariano!
Razones sociales:
Por otro lado, resulta que la ganadería es injusta socialmente. Como la gran mayoría de la producción de soja se dedica a hacer piensos para la ganadería (desmontando así el argumento preferido de los carnívoros, ver National Geographic Enero 2007), se da la paradoja de que los países productores de soja, no pueden pagarla para comer, pero los productores de ganado estabulado (Europa básicamente) sí la pueden pagar para hacer pienso. Además de quitarles su comida, les estamos quitando sus tierras, en un orden diez veces superior al que ellos necesitarían.
Y, como diría Henry James, ¡otra vuelta de tuerca!
Ahora, para, presumiblemente, frenar el cambio climático, se quiere plantar maíz y soja para producir etanol y biodiesel. Eso implica primero, aumentar la frontera agrícola brutalmente, con la consiguiente deforestación y demás, y segundo, emplear productos alimenticios básicos, para producir combustible. Los ricos podremos pagar para movernos, lo que los pobres no podrán pagar para alimentarse. Ya hemos visto esto en México con la famosa crisis de la tortilla, pero esto no es más que el principio.
Sin meternos muy a fondo, está claro que no es justo socialmente que las vacas europeas valgan más que las personas africanas. Y que ocupemos campos para alimentar animales cuando hay personas que no tienen campos para alimentarse a sí mismas.
Razones éticas:
Aunque me importan, las considero menos importantes porque afectan al individuo y no al ecosistema o a la sociedad, y me refiero a las razones por las que la mayoría de vegetarianos lo son, la extrema crueldad con que se caracteriza la producción industrial de carne, donde lo mejor que te puede pasar es que te lleven al matadero.
Puestas así las cosas, parece que tenemos que dejar de comer carne completamente.
Pues no, y por eso esto se titula "Soy vegetariano... o no"
Puestos a comer carne, la carne ambiental, social y éticamente comestible es la de la ganadería extensiva que se da en ecosistemas no aptos para la agricultura, sensu stricto.
Y por poner un par de ejemplos, las vacas de raza negra avileña que se crían en los altos páramos de Castilla y donde es casi imposible plantar nada, y el cerdo ibérico, que se cría en los ecosistemas más valisosos biológicamente de la península ibérica, las dehesas, y que es el ejemplo perfecto.
Pero además podemos comer con la conciencia ambiental, social y ética tranquila, carne de caza.
Una vez que hemos destrozado los ecosistemas naturales y los hemos despojado de sus depredadores, alguien ha de hacer esa labor, y nos guste o no, la caza es hoy en día necesaria para controlar los hervívoros silvestres.
Así que realmente no soy vegetariano, aunque muchas veces digo que sí para no tener que contar este rollo, pero sólo como carne cuando sé que proviene de fuentes (por este orden de importancia) ambiental, social y éticamente admisibles.
Y otro día hablamos del pescado.

2 comentarios:

Jose Abella dijo...

y si además comes hortalizas, frutas, legumbres, etc, cultivados o recolectados en la región en la que vives... mejor que mejor

Perico dijo...

Yo ya hace un par de años casi que me subí al carro y la verdad, soy como el Ariel, no cambio. Razones tengo muchas, pero un libro de Jane Goodall fue la gota que colmó el vaso.

Saludos.