24 noviembre 2006

La Balandra...otra vez

Y es que he vuelto a la playa de Balandra, ya que estos días había mareas muy bajas y muy altas y me interesaba ver esa playa con mareas muy bajas, ya que queda al descubierto una gran zona de arenas que hace que sea mucho más bonita que cuando está cubierta de agua. De todos modos, he visto fotos con la marea más baja todavía y se ve más bonita y espectacular todavía.
Cuando iba cerca de la pared que separa los distintos sectores de la playa, escuchaba un pequeño rumor que me recordaba a la escena de "Indiana Jones y el Templo Maldito" cuando entran en no sé qué cámara y está llena de bichos corriendo por todas partes. Sin sentirlos físicamente sobre mí, vi cientos de lo que aquí llaman cucarachas de mar, trepando por la pared y metiéndose en pequeñas grietas que hasta entonces habían pasado inadvertidas. No son verdaderas cucarachas, sino unos crustáceos, isópodos, emparentados con los pececillos de plata que todos tenemos en nuestras casas. Podéis fijaros que tienen más de tres pares de patas, (lo que les separa de los insectos) más de cuatro, (lo que les separa de los arácnidos) y más de cinco, (lo que les separa de los crustáceos decápodos).


Pongo una foto muy parecida a otra que puse en la anterior entrada dedicada a esta playa, pero donde se puede ver la arena aflorando.


Y para terminar una foto del malecón de La Paz, ciudad donde las ballenas tienen un gran protagonismo. La que se representa aquí, "abrazando" a la luna nueva, es una ballena jorobada o yubarta, que es muy fácil de distinguir por las enormes aletas braquiales.

21 noviembre 2006

¡Estoy vivo! ... y Mónica coleando...

Pues sí, de momento se posponen las disputas por mi chaqueta cortavientos y otras de mis, todavía, pertenencias. Estoy vivo, bien chingado, pero vivo.
Aunque lo de ayer me dejó con los brazos prácticamente inservibles, voy a hacer un esfuerzo ímprovo para contaros la crónica de lo que sucedió.
Salimos a las 6:00 de la mañana (bien empezamos...) en un barco bastante grande llamado “Don José” a lo que Mónica respondía “Hola Don Pepito”, pues ella es capaz de estar despierta a esas horas de la mañana, ¡y sin tomar café!
El barco era bastante grande, con camarotes, tres cubiertas y una terraza. Allí estábamos 17 personas más la tripulación, todos más o menos dispuestos a nadar por y para los océanos.
Abro aquí un inciso: Algunos de los logros de las ONG para las que va destinado el dinero son: la compra de la Isla Espíritu Santo para evitar su construcción y la posterior cesión al estado mexicano como Parque Nacional, la instalación de sencillos purificadores de agua en cientos de ejidos familiares en áreas rurales y remotas para evitar enfermedades gástricas, la protección del área marina de la isla donde ayer estábamos nadando, tras la realización de un proceso participativo plural, (lo que antes se llamaba “anarquía”, pero que desde el indebido uso e incorrecta interpretación de esta opción política, se conoce bajo este ostentoso eufemismo, pretendidamente moderno), que se considera modélico en cuanto a procesos participativos se refiere, y la instalación, en esta misma isla, de boyas de amarre para proteger los fondos de las anclas.
Más que una carrera era un reto, recorrer los 10 Km que separan Los Islotes (una zona del conjunto insular de Espíritu Santo, donde crían cientos de lobos marinos), de la ensenada de “Candelero”, donde habitualmente acampamos con los estudiantes. Como la mar estaba muy brava, se decidió recortar un poco el recorrido para comenzarlo ya a resguardo de los vientos de componente noreste que hacían muy difícil la natación, por lo que los diez kilómetros quedaron reducidos a nueve (oficialmente, pero según los mapas que tenemos en la oficina, son diez desde donde empezamos a nadar y desde Los Islotes algo más de once).
Comenzamos a nadar desde el barco grande, salieron primero los que pensaban que llegarían hasta el final, menos Mónica, que salió un poco más tarde. Posteriormente, y desde el mismo punto, salí yo, que sabía que no iba a llegar al final pero que deseaba ver hasta dónde era capaz de llegar. Para mi sorpresa llegué más allá de la mitad del recorrido tras una hora y media nadando. Sé que no conseguí el reto, pero mi objetivo inicial era aguantar una milla (1,6 Km más o menos) pero al parecer aguanté algo más de 5 Km así que estaba muy contento.

El pequeño punto blanco en el agua es Mónica aleteando, se reconoce por su inconfundible traje de baño

Pero mientras yo ya estaba descansando plácidamente en el barco, Mónica seguía nadando sin aparente esfuerzo y mientras los demás se encaminaban hacia la ensenada de destino ella parecía que prefería seguir hacia el sur. Mónica conoce muy bien esa zona por lo que me extrañó que no recortara la curva, pero como luego me dijo, pensaba que había que ir hacia la isla de la Ballena, rodearla y regresar hacia el Candelero, así que en lugar de recortar al máximo la curva como hacen los buenos corredores, hizo un giro muy abierto que alargó bastante la distancia que hacían los demás.
Finalmente llegó hasta la playa, donde sólo llegaron tres personas, en segundo lugar y más contenta que unas castañuelas.

La exultante cara del triunfo

Cuando estás en el mar nadando, enseguida pierdes las referencias así que había que seguir un bote que iba primero y había otro bote acompañando al último. El primer bote lo perdí antes de calzarme las aletas y el segundo, la panga-escoba, ¡me iba pisando las aletas!
Como no era capaz de ver al primer bote tomé como referencia la costa para no desviarme mucho, así que fui de saliente a saliente en una suerte de zigzag que no contabiliza como distancia nadada, pero que se siente igual, sino peor. Cuando ya habían pasado lo menos 24 horas nadando, llegué al primer saliente, primer lugar donde podía ver el fondo del mar, mi primer instinto fue ponerme a contar estrellas (14 Pentaceraster cuminingi en una sola roca plana y grande que sobrenadé) y una vez sobrepasado el saliente volví a la monotonía del profundo mar azul sin fondo, donde sólo se ven partículas flotantes no identificadas. En algunos momentos ves alguna extraña sombra de origen igualmente inidentificado y lo único que te viene a la cabeza es la banda sonora de “Tiburón” (chanchanchan...).
Estaba ya bastante cansado, cuando se me vino a la cabeza, una vez desechada la irracional idea del tiburón, toda la gente que de una manera u otra me ha apoyado en este reto, así que empecé a contar las brazadas como las cucharadas de los niños, una por mamá, una por papá, una por Cathy y Javier, una por Paola, una por Fran, una por Alex, una por un Anónimo, una por Laura y otra por otro Anónimo y así es como llegué mucho más lejos de lo que jamás hubiera imaginado.
El caso es que me ha gustado mucho la experiencia y me encantaría repetir pero en un mejor estado de forma, porque algo que veía completamente imposible para mí antes de ayer (recorrer 10 Km nadando) lo veo ahora posible, no mañana, pero sí tras un par de meses entrenando.
Ahora tengo agujetas en todas las partes de mi cuerpo, desde la punta de los dedos gordos de los pies hasta las puntas de los dedos de las manos y esta crónica me ha dejado extenuado, así que la termino agradeciendo nuevamente a todos el apoyo y recordándoos el motivo causante del evento: La continua degradación de los mares y el planeta en conjunto que todos debemos y podemos parar.

Los tres que nadaron la distancia total, Rodolfo, Mónica y Richard

13 noviembre 2006

Kayak en el Mar de Cortés

Foto de Mónica López Conlon

Una de las actividades que hacemos durante el curso, un poco pomposamente llamado "Ecología de Islas", es navegar en kayaks marinos, que son bastante diferentes a los de río.
Es una de las actividades que más me gusta y en la que menos tengo que hablar, con lo que descanso de contar rollos a los chamacos y sobre todo éstos descansan de escucharme.
Este fin de semana después de mi primer curso he vuelto a la isla, donde se había quedado Mónica, y hemos aprovechado a hacer todo aquello que no puedes hacer con los estudiantes, especialmente ella, que ha estado más tiempo sola que yo, que tenía otras obligaciones.

Foto de Mónica López Conlon, (como se puede apreciar por su brazo extendido)

El caso es que hemos kayakeado un buen rato, mientras muestreábamos plancton como disculpa innecesaria, y le estoy cogiendo (palabra que siempre se me escapa entre las risas de los estudiantes) el gustillo, pero lo que no consigo ni loco es lo del escamoteo, así que procuro no volcar, aunque eso es fácil en las tranquilas aguas del Mar de Cortés.

Ocaso en la Ensenada de Candelero, Mar de Cortés. A la izquierda la roca Monumento y a la derecha Mónica observando unos charranes que nos sobrevolaban mientras pescaban.

Adivina, adivinanza

Aquí van unas fotos más o menos curiosas.
La primera es la pared de las rocas que hay un poco más arriba del campamento de la playa donde trabajamos, es una formación muy curiosa donde la erosión eólica ha hecho del pequeño cañón una catedral gaudiana.


Esta es otra imagen de esas que ilustra a la perfección cómo la vida se abre camino por donde sea, y aprovecho a meter una cuña de proseletismo ambiental, para decir que la vida en el planeta no está en peligro por mucho que lo intentemos, lo que está en peligro es nuestra vida, y unas pocas especies más, en el planeta.


Y para terminar, dos fotos de sendos restos animales, uno nos lo trajo José Rosas, un profesor de un colegio con el que trabajamos y el otro lo encontramos en la playa. Estas fotos dan pie a un concurso cibernético, o mejor a dos concursos cibernéticos, el primero a ver quién sabe lo que es y el segundo, entre los que no tienen ni idea a ver quien se inventa la razón más original. Espero vuestros comentarios.

Objeto traído por José Rosas


Objeto encontrado en la playa

06 noviembre 2006

Sierra de la Laguna

La Sierra de la Laguna es una cadena montañosa de algo más de 2000 metros de cota máxima al sur de la ciudad de La Paz en Baja California Sur. Es muy interesante ecológicamente con gran diversidad y endemismos.
Hasta allá nos fuimos a pasar el fin de semana, Mónica y yo con los compañeros de curro, Sam, Jean y Lucía.


Nos bañamos en unas pozas muy bonitas en un río que no te esperas tan cerca del desierto, pero es que esta sierra tiene su propio microhábitat, mucho más húmedo y con una vegetación bastante diferente, donde los mismos cactus que cerca de La Paz apenas llegan a un par de metros, aquí se elevan hasta los 20.

Mónica al lado de un gran cactus, que aquí llaman cardón, pero que no tiene relación botánica con los cardones de Canarias

También nos bañamos en unas pozas termales justo al lado del río, y el contraste de unas aguas a otras era muy... ¡vivificador!
En una de las pozas había un salto de unos siete u ocho metros y no salté... ¿será eso hacerse viejo o necesito más componente adrenalínico en mi vida? El caso es que Mónica fue la primera en saltar, pero no tengo fotos...

04 noviembre 2006

Día de los Muertos

El día de los muertos en México mezcla tradiciones típicamente españolas-religiosas, con otras más nativas y animistas. Hace poco apareció un profesor de no sé dónde que quería devolver a la fiesta de Halloween su significado celta, anterior al cristianismo (bien es sabido que la cristiandad adaptó todas las fiestas paganas existentes en las zonas donde iba extendiéndose, para ganar adeptos), puede ser una buena idea, pero lo que está claro es que la invasión gringa no cesa y todos como imbéciles a disfrazarnos y pedir golosinas, incluso aquí, en el país de la fiesta de los muertos por antonomasia.
Al menos no han perdido todas las tradiciones y aunque han sucumbido al imperio y celebran también Halloween, hay zonas con una gran tradición en el Día de los Muertos, que no es el caso en el lugar donde me encuentro, pero de todos modos algo hubo y era curioso, lo suficiente como para querer ver la fiesta en su máximo esplendor.
Ahí os dejo una foto donde las calaberas son las protagonistas, mucho más verosímiles que las calabazas con ojos y boca dentada.

01 noviembre 2006

Por la Balandra... chuchuchuá

La playa de Balandra es una de las playas muy bonita cercana a La Paz y que por ser tan bonita está amenazada por "el desarrollo", vamos la historia de siempre.
El caso es que estuve ayer y es realmente bonita y merece ser conservada para todo el mundo y no sólo para los pocos adinerados que puedan permitirse el lujo de comprar una casa en una playa devaluada por la satisfación de lujos absurdos.
Siempre he preferido la montaña a la playa, pero me doy cuenta que esa subjetiva preferencia no sólo se debía a la mayor cercanía de las primeras a mi casa, sino también a la, casi, inexistencia de playas no construidas en España. Recuerdo que la primera playa que conocí donde las torres de apartamentos estaban sustituidas por bosque fue la playa de Trengandín en Cantabria y no sé si sigue así pero eso espero.
Aquí os dejo unas fotos de Balandra y una petición para los adinerados que me leen, ¡no compres casas en las costas ni en las montañas, si te gustan esos lugares es por algo!


Las dos costas de Balandra se unen durante la marea muy baja, pero en cualquier momento puedes caminar de una a otra, eso sí, ¡cuidadito con las rayas!


El famoso "hongo" de Balandra, hace unos años se cayó y con un poco de cemento... ¡aquí no ha pasado nada!