En la Ciudad de México (el DF para los mexicanos, por cierto que aquí la x entre vocales siempre se lee como j, a la antigua usanza del castellano, misma razón por la que Cervantes escribió Quixote y no Quijote, pero jamás pronunció la x como se hace ahora, y no me refiero a como lo hace mi madre, como si fuera s...) hay un montón de cosas que ver, algunas bien chingonas y otras que no son tan chido.
Vimos el Zócalo, una de las plazas más grandes del mundo (la tercera según los datos locales, tras Tiananmen en Pekín y la Plaza Roja de Moscú, pero si pincháis aquí veréis que ni tan siquiera es la más grande de México y la Plaza Roja de Moscú ni es la segunda ni es más grande que el Zócalo), donde nos comimos las uvas entre el exacerbado entusiasmo local.
Vista del Zócalo desde La Torre Latinoamericana. A la izquierda la Catedral y de frente el Palacio Nacional con lo murales de Diego Rivera
Visitamos el Museo de Antropología (más arqueológico que antropológico, pero esto es como los hijos, cada cual les pone el nombre que le da la gana), que es muy interesante y que está abarrotado. Si fuera como en el Louvre, donde cada pieza ocupa una vitrina (independientemente del valor de la pieza), sería tan grande como él.
Un indígena azteca, a la salida del Museo de Antropología, bailando y ofreciéndose para quitar los malos espíritus. Como contraste los rascacielos de Polanco al fondo
Hicimos una excursión a Puebla, ciudad llena de iglesias y de cerámica que ellos llaman de Talavera, así que como que no me pareció nada especial.
Fuimos a Teotihuacán, (Patrimonio de la Humanidad) que es donde los teotihuacanos construyeron unas pirámides muy grandes, que subimos y bajamos. Muy bonito.
Estuvimos en muy diferentes zonas del DF, el bosque de Chapultepec (que significa Monte de Grillos o Saltamontes, de ahí lo del Chapulín Colorado)
En el bosque de Chapultepec, espectáculo típico indígena. Está alto, sí.
el barrio Rosa, Polanco (que no se asusten los peperos, que nada tiene que ver con el susodicho), La Alameda con la Policía Montada...¿disfrazados de Pancho Villa?:
El museo de Bellas Artes, la casa de los Azulejos (tipo Talavera, ¿os suena?) donde cenamos en nochevieja, el Palacio Nacional con los famosos murales de Diego de Rivera:
...que estuvo casado con Frida Kahlo, cuyo museo, que visitamos, está en el barrio de Coyoacán, que también visitamos...
... el barrio de San Ángel con su mercadillo de pintores en plan Montmartre, el mercadillo de La Ciudadela, el ballet folclórico nacional:
... y muchos sitios más.
Entre todo esto quiero destacar dos sitios, uno para bien y otro para mal.
¿Por cual queréis que empiece?
Como no podéis contestar, o todavía no sé cómo se podría hacer esto interactivo... empiezo por lo malo y luego lo bueno, al revés de como lo hacen los gringos, que primero te doran la píldora con lo bueno y luego te dicen lo malo de sopetón.
Lo malo, malo, malísimo es el Santuario de Guadalupe y su parafernalia proseletista católica romana lava-cerebros. Como este tema me toca muy profundo, prometo escribir una entrada para explayarme con tranquilidad.
Lo bueno, bueno, buenísimo, Xochimilco (que no, que sólo entre vocales se dice como j, aquí se dice como x, pero no de las de mi madre, ya sabéis).
Xochimilco es una red de canales y lagos (debería haber explicado antes que la Ciudad de México está construida sobre un lago, que fueron desecando y rellenando, quedando canales de drenaje y pequeñas lagunas, por donde se comunicaban los aztecas, algo parecido a Venecia, pero más colorido.
Y me pregunto yo ¿pero es que no hay suficiente tierra emergida donde establecerse? ¡con lo que vivir en el agua nos dificulta la vida a los seres vivos TERRESTRES!)
El caso es que Xochimilco, que está declarado Patrimonio de la Humanidad y, más importante, tiene una especia endémica de anfibio localmente llamado axolote; son un montón de canales con miles de barcas que llaman trajineras (y que no sabemos si viene de traineras o es debido al inmenso trajín que hay), más otras miles de trajineras más pequeñas que te ofrecen de todo, tacos, tequilas, tortas de maíz, mariachis, bandas, helados, chiles, artesanías, plata... todo ello inusitadamente con apenas turistas, todo muy mexicano, muy auténtico, muy caótico.
Si alguien viene al DF, sería lo primero que les recomendaría.
Y casi para despedirmos, una visita al Museo de Historia Natural... una visita... ¡de miedo!
1 comentario:
Interesante artículo. Lo cierto es que Mexico DF. acoxona un poco ;-). Recuerdo hace años, en un viaje a El Paso, cuando me quede en las puertas de Ciudad Juarez y no pasé por puro acojono.
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