24 mayo 2008

Lo típico en Gorongosa

Fuimos al aeropuerto a recoger a las amigas de Mónica y de ahí directamente (más o menos) a Chitengo, donde estuvieron las primeras noches, mientras Mónica dejaba su trabajo arreglado para las próximas semanas y ultimábamos los detalles del inminente viaje.
Entre tanto, hicieron un par de safaris por el parque y alguna que otra visita fuera del mismo, una a Vinho y otra a Buè María, sobre el río Pungwè.
Por la noche venía lo mejor.
Aprovechándonos de la amabilidad de Rich y Katie, que ante su ausencia nos dejaron la casa para alojar a las amigas de Mónica, y del gran surtido de ibéricos y quesos que éstas trajeron en sus maletas (aviso a visitantes: ¡ya sabéis cómo se viaja al sur!), nos montamos unas cenas españolas que hicieron olvidar todo atisbo de morriña, si es que la hubo en algún momento, todo regado con vino surafricano que no estaba nada mal.
La noche antes de salir de viaje, Mónica se encontraba fatal, con fiebre y dolor articular y cervical, así que el enfermero de Chitengo le hizo la prueba de la malaria que dio positivo, lo que aumentó la psicosis díptera considerablemente.
Aunque se recuperó bien con el debido tratamiento, se vio limitada durante unos días más, motivo por el que no pudo disfrutar de los buceos que los demás sí.
Quizá en otro momento haga una entrada sobre esta enfermedad, para desmitificar su gravedad y para remarcar su extrema gravedad.
Y ahora las primeras fotos de esta primera parte del viaje.

Un impala mirando de reojo mi harén. Los impalas macho pueden formar harenes de muchas hembras y gastan más tiempo en defenderlos que en cubrirlos, a lo que se dedican toda la pléyade de solteros sin harén a los que no les queda más remedio que pulular en busca de un descuido que les haga padres


Marabúes, las cigüeñas más grandes de África, comunes en Gorongosa


Grullas damiselas, espectaculares aves que también se suelen ver en casi todos los recorridos por el parque


Lugar elegido por el guía, Jonathan, para ver la puesta del sol


Otros también habían decidido desplazarse hasta allí para despedir el día. Un grupo de babuinos (no confundir con beduinos), acomodados frente al ocaso como si fuera el cine. No les faltan ni su equivalente de palomitas


En la zona donde decidimos ver la puesta del sol, estaba una tortuga de agua dulce muy grande y espectacular, que tuvo que soportar las ideas del guía que animaba al grupo a tocar y molestar a la tortuga


Laura, haciendo caso al guía, sujeta la tortuga, mientras sus riñones se resienten lastimeramente, los de Laura digo...


La tortuga saliendo de su caparazón para dirigirse rápidamente al agua, donde encontrará más tranquilidad


Posando en el ocaso, ajenas, todavía, a la disputa que se desarrolla a sus espaldas


Garzas sobrevolando el lago Urema. Al fondo en medio de la foto, en un pequeño entrante de la laguna, hay tres hipopótamos peleándose la posición. Se pueden apreciar tres puntos, el de la derecha ganó


Otro ocaso, esta vez en Buè María con el río Pungwè debajo. Todo el grupo posando lo más guapos posible, aunque para algunos sea fácil


Y el mismo lugar y casi el mismo momento, con el grupo posando lo más feos posibles, aunque para algunas sea difícil


Tras tres noches en Gorongosa, cogimos un bus que nos llevó hasta Inhasoro; bueno en realidad nos llevó un poco más allá, porque se pasaron la desviación y tuvieron que regresar unos cuantos kilómetros sin que se quejara nadie del pasaje. ¡Vamos que soy yo y me oyen en toda la selva!

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