25 agosto 2008

Massai

Un poco de antropología para cambiar de tercio.
En el camino a Serengeti visitamos una aldea, o boma, massai.
La visita estaba dentro de la típica ruta turística de safaris, por lo que se puede caer en la tentación de pensar que todo es un montaje, todos andan disfrazados e interpretando un papel y si bien interpretan un papel, ese papel es su vida.
Quiero decir, la gente que visitamos viste, trabaja, danza, aprende, canta y en definitiva, vive, tal y como lo vimos, si bien nos contaron lo que los turistas "queremos" oír acerca de los massai.
Por otro lado, uno acaba con la sensación de haber presenciado algo en sus últimos estadios de existencia real y que en un futuro próximo, los actores seguirán disfrazados e interpretando sus papeles, pero entonces ya no serán el papel de su vida, si no un trabajo como otro cualquiera.
El desarrollo lleva a igualar todo, partiendo de la etnocéntrica premisa que lo nuestro (entendiendo como "nuestro" la cultura occidental dominante en el mundo) es la base que se debe imitar.
Partiendo de la premisa que, si bien por un sentimiento de lo "políticamente correcto", pensamos que son culturas muy interesantes que hay que preservar, tenemos también claro cuál es "la buena", cuál es la que hay que seguir para considerarse desarrollado y por tanto cómo deberá terminar, antes de lo que pensamos, viviendo todo el mundo, todas las culturas.
Ahora a los massai se les obliga a aprender Kswahili e inglés, cuando nunca han hablado esos idiomas. Se les limita su vida nómada para no entrar en conflicto con otros intereses. Se les "integra" en la sociedad "normal". En definitiva, se borra sus señas de identidad, lo que hace massai a un massai; perdiendo así una manera de vivir y, en cuestión de tiempo, un idioma, una cultura, unas tradiciones, un saber...
Obviamente los massai no son la única cultura ancestral que se está perdiendo, simplemente son los que visitamos en nuestro viaje.
En nuestra manía por uniformizarlo todo en aras de la mal entendida "igualdad", quizá no esté tan lejos el mundo que se representa en la película de ciencia ficción "2081"... quizá sea antes de esa fecha, donde para ser todos iguales, tendremos que ser todos peores.

Un grupo de hombres tras la empalizada que protege los boma donde viven los massai


Los hombres empiezan a salir para recibirnos


Baile de bienvenida, supongo, que hicieron cerca de nosotros


Ya finalizando y metiéndose al recinto


En el recinto estaban las mujeres, que no habían salido y que ahora se suman al baile


Expectantes antes de comenzar a bailar


Tras unas lanzas clavadas en el suelo, los hombres comienzan otro tipo de baile a un lado y las mujeres realizan pasos diferentes en el lado opuesto a los hombres


Las mujeres mueven el cuello y el tronco con el objeto de balancear los adornos circulares que llevan alrededor del cuello. Cuando Mónica, posteriormente, lo intentó, se incrustó los abalorios en la frente


Los hombres realizan saltos verticales lo más alto que pueden. Este paso es muy recurrido en documentales y películas


Posteriormente nos enseñan su artesanía, para vendernos algo, claro


Artesanía


La artesanía más antigua estaba más basada en semillas, conchas y piedras, pero ahora todo son abalorios como los que se pueden encontrar en la calle Pontejos


También nos enseñaron sus casas por dentro, que apenas son para pasar la noche y guardar sus pocas posesiones, entre ellas las más preciadas: Los bidones de agua. Las casas están hechas de una trama de ramas cubierta por barro y excrementos vacunos y apelmazado con orina de las vacas, ya que el agua es escasa y no se desperdicia en estas cosas


Niña imitando a los mayores. Supongo que es una niña por el tipo de adorno que lleva en el cuello, similar a los que llevan las mujeres


Un niño, o niña, le toca los collares a su madre


Nuestro guía massai por el poblado


Una mujer que está harta de tanto mzungu


Detrás de la zona vallada está la escuela, que no es más que un techado de apenas 4x10 metros, con una pizarra donde tienen el abecedario y los números, que recitan en inglés de carrerilla cuando entramos. Hay niños desde dos o tres años hasta unos 8-10; los más mayores ya pueden cuidar del ganado


Una niña en la escuela


Cuando nos vamos los hombres nos acompañan a la puerta (¿para asegurarse que nos vamos?)


El tipo de ambiente donde viven y el tipo de empalizada que esconde un pequeño poblado massai


Y para que esto parezca un poco más antropológico que el rollo que me ha salido, cuento que, también de camino a Serengeti, paramos en uno de los lugares más míticos de la antropología física, la garganta de Oldupai, cerca de donde se encontraron las huellas de Laetoli, las primeras huellas de un ser bípedo, ancestro de nuestra especie, entre otros muchos e importantes fósiles.

Vista de la garganta de Oldupai desde el mirador cerca del museo

Lo dicho, a pesar del aspecto meramente turístico de la visita, ésta no dejó de ser real y auténtica y, aunque obviamente no aprendí mucho de su modo de vida, es algo que creo que merece la pena, aunque me dio la sensación de que formaba parte del circuito de los safaris, como unos animales más.

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