05 abril 2009

Quedada pacuareña

Hacía algo más de un año que no nos juntábamos algunos de los que pasamos la temporada 2005 en la Reserva Pacuare.
Ese fue nuestro tercer y último año allí.
En todo lo concerniente con investigación, conservación, educación y relaciones humanas en la reserva fue el mejor año de largo.
Lástima que nuestro jefe no estuviera a la altura.
Ese año, por dejadez del responsable de la reserva, nosotros hicimos toda la selección de asistentes de investigación y seleccionamos a todos los que fueron. Obviamente hubo menos diversidad de nacionalidades que el año anterior, cosa que encantaba al dueño de la reserva pero que hacía las cosas muy difíciles, porque aunque todos habláramos el mismo idioma no todos entendemos las cosas del mismo modo cuando somos de 8 países distintos.
Sin embargo, este tercer año casi todos eran españoles y enseguida se formó algo que no había existido antes (y que probablemente no haya existido después): buen rollo generalizado.
Y ese buen rollo hace que cuatro años después, todavía sigamos quedando de vez en cuando.
Para esta quedada optamos por algo diferente, menos visitas culturales y más campo, menos paseos por monumentos y más vivir la ciudad, menos comilonas y más "Pepe el guarro" (¡qué gran descubrimiento!)
El sábado nos fuimos a La Pedriza, que sólo los dos madrileños conocían, pero a la que no volvían desde hacía tiempo, subimos por la senda Maeso hasta la pradera del Yelmo, con la intención de escalar un poco en el Rompeolas. Para cuando llegamos se puso a granizar primero y a llover después y sólo nos dio tiempo de comer y regresar. Eso sí, vimos un grupo de cabras macho espectacular.
De vuelta a Madrid paramos en "Pepe el guarro", un bar del barrio del Pilar donde nos pusimos de cerveza y alitas de pollo hipersaladas, hasta las trancas.
Al día siguiente al Rastro de tapas, primero una de navajas, zarajos setas al lado de Cascorro, para seguir con unas tostas en el extremeño de chuparse los dedos y para finalizar una cafecito rico rico y a dormir la siesta en el metro de camino a casa.


Subiendo por la senda Maeso hacia la pradera del Yelmo


No todos siguen lo establecido, los hay que abren sus propios caminos


Grupo de machos cabríos


En la pradera del Yelmo, la tormenta se está formando, quizá para recordarnos las noches pacuareñas


Comimos rápidamente para que no nos pillara la lluvia


El aspecto del salón de nuestra casa, tres en el suelo, uno en cada sofá, dos más en el cuarto de invitados y nosotros, total nueve personas


En la plaza de Cascorro, Irra, Ramón, Inés, Esther y Rubén, con Mónica explicando quién fue


Comiendo las tostas del extremeño. Lo malo son las bandejas de corcho blanco, pero estaban buenísimas


Lo dicho, que hay que buscar una solución a las bandejas de corcho, lo mejor sería no usarlas


Una buena siesta se echa en cualquier sitio. Rubén y Lucía eligieron el metro

En resumen, un fin de semana muy completo que hay que repetir de vez en cuando, a ser posible sin ausencias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que envidia al ver estas fotos y esos buenos momentos que habeis disfrutados.Que el espiritu pacuareño siempre siga vivo.Espero veros en la proxima.Saludos a tod@s.Raul

Anónimo dijo...

Como Raúl, ahora me muero de envidia. Muchas gracias por compartir las fotos, me hubiera encantado estar ahí, pero habrá más veces, ¿no? ¡Un abrazo a todos!Elena

Anónimo dijo...

La próxima en el levante!! Podemos organzar unas rutas nocturnas por la playa..quien sabe, a lo mejor sale una tortuga...
Esther