25 mayo 2009

Escotes

Hace unos días, en el metro, con Mónica, me fijé en una cosa (bueno en tres) mientras Mónica hablaba por teléfono (¡cuánta tranquilidad perdida desde que el metro tiene cobertura!)
El caso es que entró una chica morena, alta y de muy generoso escote.
En menos de tres segundos todos los hombres del vagón se habían percatado de semejante entrada frontal y lo que me hizo gracia, y me motiva a escribir esto en esta tarde aciaga, fue la diferente reacción de cada uno, a unas simples glándulas que a los machos de nuestra especie nos traen de cabeza.
La chica de escote sugerente se agarró a la barra frente a la puerta, donde estaba agarrado un señor bastante mayor que miró muy escuetamente el canalillo y giró la cabeza al lado contrario en una posición ciertamente forzada. Forzada a no volver a mirarlo, por más que lo deseara. Supongo que debió pensar en su médico desaconsejándole las emociones fuertes.
Al lado de la puerta y volteado hacia la puerta que no se abre y por tanto frente al escote, estaba un hombre de mediana edad (¡hay que ver cómo sube la edad de la mediana edad según cumples años!) leyendo La Razón. Desde el principio, muy a pesar del periódico, se había apercibido de la unión pectoral cuyo reflejo iluminaba el vagón.
Cada vez que pasaba página, pasaba revista y desde entonces apenas leía los titulares, quizá para pasar más páginas.
En la barra de al lado, había agarrado un chino (bueno quizá no fuera chino, pero lo parecía) cuyos ojos rasgados parecían concentrar todo el foco en un punto... o en dos.
Ante esta mirada, la chica se miró a sí misma y debió calibrar que enseñaba lo que quería enseñar, porque no se retocó ni un milímetro, para solaz del personal.
En la misma barra que la chica y el viejo, estaba un hombre corpulento y alto con una privilegiada visión cenital, que no paraba de mover la cabeza, como evitando mirar pero sin dejar de mirar.
A mi lado y por tanto, viendo a la chica por detrás, estaba un chaval joven, de estos que llevan hormonas de más y que, como yo, sólo habíamos visto la delantera titular cuando entraba en juego. Hacía aspavientos de un lado a otro a ver si pillaba cacho visual, pero era inutil, estaba en un mal sitio. Cuando salió, antes que la chica, casí que lo hizo de espaldas.
En México DF, hay líneas de metro que tienen trenes con vagones exclusivos para mujeres. Supongo que es más seguro para ellas, pero debe ser muy aburrido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Respecto al DF, por lo que dicen también es más seguro para ellos, pues es más común que las viajeras se lien a ostias (o madrazos) que los viajeros.