Kandahar es la segunda ciudad más importante y poblada de Afganistán. Es, además, el centro "espiritual" de los talibanes y el título de una película iraní.
Hace poco conocí a una persona que trabaja destinado en Irán y comentaba que aunque las libertades personales a nivel público están muy limitadas, especialmente para las mujeres (y al parecer cada vez más), a nivel privado es otra historia, haciendo que la gente lleve una doble vida: una vida pública sujeta a las estrictas normas de la sharia y otra privada más parecida a la occidental de lo que pudiéramos pensar.
Desde un país como Irán, donde las libertades más elementales están muy menoscabadas, Kandahar, la película, nos muestra la realidad talibán de Afganistán, como una merma de libertades más que notable.
Desde un país como España, donde la libertad puede considerarse casi absoluta y donde se ve Irán como un país falto de ella, nos parece increíble que ellos puedan llegar a ver la falta de libertad en un país tercero. Esto nos dice que lo que pasa en Afganistán (aunque el régimen talibán ha sido oficialmente desbancado, en realidad los talibanes todavía dominan amplias zonas del país) está completamente fuera de nuestra comprensión.
De todos modos, en nuestra acomodada, culta, transigente, tolerante y respetuosa sociedad europea todavía hay una lacra que afecta a una importante parte de la población con una gran falta de libertad y muy relacionado con todo lo anterior: la violencia de género.
Hace poco el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia hizo público un informe internacional sobre este tema.
Para sorpresa de muchos, los países europeos con mayores tasas de violencia de género, son los escandinavos.
Para sorpresa de todos, España no está entre los primeros a pesar de la gran relevancia mediática que tiene el tema. Países como Francia, tan siquiera tienen una idea de cuán relevante es el problema en su sociedad, demostrando un desinterés absoluto por parte del estado. Según la organización Ni Putas Ni Sumisas de este país, la situación en las zonas marginales, donde se hacinan los magrebíes, es desesperante.
Esta situación, como demuestra el citado informe, no es exclusiva de ciertos países, grupos religiosos o étnicos, es una situación muy extendida en el mundo y dice muy poco de nosotros mismos. Que el informe saque a relucir que la situación española es de lo mejor del mundo es, cuando menos, alarmante.
La película que ha motivado esta entrada, amerita ser vista aunque sea sólo para ver cómo se respira, cómo se come, cómo se visita al médico, cómo se vive bajo un burka.
Parece inconcebible que algo así (tanto la prenda como todo lo que simboliza) pueda existir.
1 comentario:
Me alegra que por fin se escriba en este blog sobre la falta de equidad, que no igualdad, entre hombres y mujeres. Es cierto que se han dado grandes pasos, pero la situación en la que viven muchas mujeres demuestra que, lamentablemente, estos pasos sólo son una adaptación del viejo patriarcado a los nuevos tiempos. Hasta que la violencia contra las mujeres, sea por acción o por omisión para las que "se portan bien", no desaparezca, no estaremos, ni de lejos, acercándonos a la ansiada equidad. Porque la inequidad no es fruto de ninguna religión, ni de diferencias sexuales, sino del patriarcado, ese sistema hegemónico que da plusvalía a todo lo que "es" y "hace" un hombre y desvaloriza todo lo que "es" y "hace" una mujer. Yo no quiero ser como lo que se supone que es un hombre para que se me trate con equidad, no quiero ser violenta ni competitiva ni tener muchos "cojones", no quiero tener que demostrar continuamente lo que valgo ni ejercer poder sobre nadie, sólo quiero "ser", en un cuerpo sexuado, lo que quiera ser y tener el mismo valor que cualquier otro.
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