Hace unos años en Nicaragua, con unos amigos que habían venido a visitarnos, surgió una discusión sobre perros y gatos.
Mónica acababa de estar en Galápagos donde los programas de conservación con mayor presupuesto son los encaminados a la eliminación de las especies invasoras, entre las que se encuentran muchas plantas (Galápagos tiene más plantas introducidas que autóctonas) y animales como burros, cerdos, cabras, ratas, perros y gatos. La manera de eliminar estos elementos alóctonos no es muy sutil que se diga, en el caso de los animales se matan directamente y con trampas y venenos. Quizá pueda parecer una barbaridad desde nuestra cómoda y limitada cosmovisión, pero es la única que ha dado resultados y la única manera de no perder las especies autóctonas mundialmente famosas de ese archipiélago. En la discusión, nuestros amigos, muy vehementemente, esgrimían razones de tipo ético para sacar a esos animales de las islas sin matarlos. Muy bonito, pero absolutamente irrealizable.
Los animales domésticos, especialmente perros y gatos pero también cerdos, burros y cabras, están entre las causas más repetidas en la lista de especies en peligro de extinción. Países como Nueva Zelanda o estados como Hawaii, gastan millonadas (en Euros, no en pesetas) en el control de estos animales, ya que son los responsables (los responsables finales somos nosotros, eso está claro) de la extinción de decenas de especies, sobre todo de aves, que en ambientes insulares les da por no volar.
Hace poco en La Nación, periódico más vendido de Costa Rica, venía un artículo sobre un "artista" que en una exposición había amarrado a un perro famélico con una cuerda como "expresión artística". Aparte del repugnante gusto del "artista" (cosa que parecen compartir muchos "artistas modernos", el gusto repugnante, digo), cuando fue increpado por su acción el susodicho no dijo más que verdades, a saber: que todos los asistentes a la exposición lo habían visto y que nadie había hecho nada, que si lo ves en un museo levanta polémica pero si lo ves en la calle ni lo ves, que nadie se apiadó del perro y que lo que quería resaltar era la hipocresía de la gente. Desde luego resaltó su falta de arte y de gusto, pero también cumplió con su objetivo.
Y de esto, de la hipocresía de la gente (donde me incluyo, no soy tan coherente como me gustaría) y de la falta de una cosmovisión acertada y pegada a la realidad de la gente es de lo que van unos datos que he leído por la "blogesfera" y que enlazo aquí para hacer pensar a todo aquél que quiera pensar un poco. Sólo un dato, al hilo de lo arriba expuesto, escribo aquí:
"El primer mundo gasta en comida para mascotas casi tanto como en la lucha contra el hambre" (de State of the World 2004: Special Focus: The Consumer Society).
Siempre he pensado que el primer mundo tiene tanto dinero que tiene dinero para todo, para perros, para gatos y para arreglar el mundo, así que...
1 comentario:
SIMPLEMENTE SALUDARTE PRIMO.
CUANDO TENTGA TIEMPO TE LEERE.
SALU2
FERNANDO ABELLA
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