31 enero 2009

Sábado de mierda

Gracias a Lucía, una amiga de Mónica, fuimos invitados a un "sábado verde" para pasar el día con el "grupo de trabajo" y ver así cómo funciona la cooperativa "Surco a surco" y, eventualmente, poder meternos en un "grupo de consumo".
¿Que qué es todo esto?
Pues fácil.
Un grupo de consumo es un conjunto de personas que pagan por una serie de productos directamente a los productores, sin intermediarios que se queden con el trabajo de unos y las pelas de otros.
El grupo de trabajo son las personas que producen los productos que consumirán los consumidores (todo muy redundante). La mayoría son trabajadores del campo, ya que ellos producen lo único que realmente necesitamos.
Una vez al mes, más o menos, ambos grupos se unen en el lugar donde se producen los alimentos para ver cómo se trabaja y, en su caso, echar una mano. Como suele ser en sábado, pues se llama sábado verde.
La cooperativa Surco a surco, organiza todo esto a través de reuniones asamblearias donde se decide, por consenso, los pasos a seguir en todo el proceso.
Los procesos participativos y las reuniones asamblearias, como los que se llevan a cabo en estas cooperativas, tienen un ideario anarquista, aunque actualmente no se use esta palabra, ya que, décadas de desprestigio y desinformación, han cambiado, para la mayoría, el significado de este modelo de organización y gestión, por otra parte ejemplar cuando funciona, que no son pocas veces, pero como escapan de las leyes de mercado, son poco conocidas y nada difundidas.
La idea, básicamente, es comprar productos de gran la calidad y pagarlos de manera justa y directa a las personas que los producen.
Habitualmente son productos ecológicos, aunque no necesariamente certificados como tales (lo que a veces es un sin sentido: he visto en Madrid, productos certificados como tales, que provenían de Chile, Nueva Zelanda o California y he visto productos certificados fuera de temporada).
El sistema obvia los intermediarios, una de las figuras más representativas (y, en muchos casos, repugnantes), del sistema económico dominante.
En la mayoría de las conversaciones que tengo con la gente sobre productos ecológicos, la mayoría me dice que no los consume por que son muy caros e inaccesibles. Estos grupos de consumo, hacen más accesibles estos productos y, además, de manera más justa con los productores.
De todos modos, desde hace tiempo tengo claro que a la gente no le importa cómo se producen ni qué impacto tienen los productos que consumen, ni quién lo hace y bajo qué condiciones laborales, ni creen en los supuestos beneficios para su salud, por lo que el dinero no es más que una justificación (supongo que por una malentendida cortesía, no me dicen que pasan de todas esas cosas), así que hace tiempo que ya no trato de convencer a nadie, sino simplemente trato de que no me engañen, y lo que es peor, que no se engañen a sí mismos.
La diferencia económica entre productos ecológicos y producidos de manera justa y los "normales" no es tan grande como para que alguien con un trabajo estable (aunque tenga sueldo de mileurista), no pueda permitírselo.
Que cada uno se justifique como quiera, pero que no me cuenten milongas.
No es una cuestión de dinero, sino de dejadez y pasotismo. Pero, y sin querer ser proselitista, creo que deberíamos vencer nuestra desidia en aras de hacer un mundo más justo, más limpio y más sano.
Pues el caso, es que en este sábado verde en el que participamos, nos fuimos Mónica y yo con Lucía y dos amigos suyos, David y Sonia. Llegamos a un pequeño pueblo de Toledo, en el valle del Tiétar, La Iglesuela y desde allí nos encaminamos con un miembro del grupo de trabajo a la huerta, para echar una mano.
Nuestro cometido fue estercolar una parte de la huerta donde próximamente se van a plantar espinacas y coles.
Así que nos pusimos de mierda hasta las rodillas (literalmente) y echamos la mañana en el campito, en una estampa digna de cualquier película de esas donde un grupo de urbanitas va al campo a trabajar y se producen situaciones de lo más estúpidas.
Tras repartir mierda por todo el campo, nos invitaron a comer.
Ni que decir tiene que todo estaba buenísimo.
Para que no queden dudas, aclarar que el sábado verde estuvo muy bien y que el título hace referencia a nuestro trabajo en concreto, no a que fuera un mal día.


Tras los puerros y ante la perspectiva del trabajo a abordar, nos quitamos algo de ropa y cogemos las palas, azadas, horcas y carretillas


Lucía y Mónica comienzan a llenar una carretilla de estiércol


Mónica degusta el estiércol, mucho antes de que nutra los cultivos que, éstos sí, degustaremos todos los demás


Cargando carretillas con el montón de estiércol humeante
... el aroma no era precisamente
embriagador...


Unas lombardas con la sierra de Gredos al fondo bastante nublada. Tuvimos suerte de que no nos lloviera en todo el día


El día estuvo parcialmente nublado y eso deparó momentos de luz muy bonitos para hacer fotos, pero había tanta mierda que esparcir que no era el momento, por lo que no pude hacer muchas


Un cigüeña en la iglesia del pueblo

La verdad es que, como consumidor responsable que trato ser, espero poder degustar y disfrutar de los productos de esta huerta y depender un poco menos de un mercado sólo preocupado por los beneficios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo esto me ha parecido muy interesante, Iñaki. Me parece una idea genial aunque para la mayoría de gente simplemente no es viable. No hay duda de que no hay comparación entre los productos cultivados a gran escala y aquéllos cosechados a menor escala. En cuanto a los intermediarios estoy al 100% de acuerdo contigo.

Perico dijo...

Me ha gustado lo que comentas sobre los intermediarios, eso sí que es una "mierda".

Respecto a los precios, hace ya un tiempo que oí que se quería pedir al gobierno una reducción del iva. Pero en fin, como bien comentas, más bien, en general, puede ser una cuestión de valores. Hay gente que prefiere pagar 100€ por unos vaqueros y otros preferimos vaqueros de 50€ o menos y pagar algo más por lo que nos llevamos a la boca. Y por cierto, eso de "milongas" también me ha gustado.

Me gusta esto en lo que estáis participando, a ver si me entero de algo por aquí cerca.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Ke chido Iñaki!
ke gusto saber que en Madrid pueden encontrar opciones de consumo mas justas, y que promuevan la agricultura organica..

en grandes ciudades es dificil hallar productos frescos, de temporada y producidos regionalmente..

ojala que mas gente se vaya sumando y que la demanda de estos productos aumente..
la iniciativa de esta cooperativa esta suuper interesante..

aca en Puerto Escondido hay un mercadito los fines de semana que ofrece productos de huertos de traspatio, de pequeños pueblos de la region, se encuentran cosas diferentes cada fin de semana:
flores de calabaza, frutas y verduras criollas, etc..

gracias por compartir esto!!
saludos a monkiki!!!