09 marzo 2007

Ensenada de los Muertos, ¡ahora sí que sí!

En el último viaje ballenero, que como ya he contado fue increíble, estuvimos en una playa llamada Ensenada de los Muertos.

Vista general de la Ensenada de los Muertos al amanecer

Una de las cosas que primero se pierden en una playa cuando se construyen, son las pozas intermareales.
En las vertientes orientales de los océanos, esto es, la nuestra del Atlántico y la del Pacífico donde estoy ahora, las diferencias entre las mareas son tan grandes, que en esa franja formada entre el punto más alto de la marea alta y el punto más bajo de la marea baja, se forman unos ricos y complejos ecosistemas, dentro de los que la parte que me parece más interesante son las pozas que quedan al retirarse el mar.
En esas pozas se puede uno encontrar de todo, mejillones, caracoles, almejas y otros pequeños moluscos, cangrejos, copépodos, cirrípedos y otra multitud de crustáceos y gusanos de diferentes formas, básicamente anélidos.


A veces se pueden ver animales menos comunes, que los hace más interesantes, como nudibranquios, cohombros o pepinos de mar e incluso pulpos.
En la Ensenada de los Muertos hay unas pozas intermareales muy bonitas, ahora cubiertas por algas, que las hacen más bonitas. Toda esta belleza va a desaparecer cuando comiencen a construir los hoteles y apartamentos, ya deslindados, y cambie su nombre por el de “Bay of Dreams”.
Paradójico cambio de nombre.


Los gringos no soportan la idea de la muerte.
En la cultura española la muerte forma parte de nuestro mejor humor, ése que dio origen a una de las mejores películas españolas “El Verdugo” de Luis García Berlanga. Sin duda el mejor alegato cinematográfico contra la pena de muerte, con la magistral imagen del verdugo siendo conducido al patíbulo.
Y en la cultura mexicana, la muerte es omnipresente, en parte por herencia, en parte por tradición indígena y en parte por transcendencia.
Como bien asumimos los españoles, la muerte es parte de la vida, aunque no sea técnicamente cierto (ya que la muerte no es parte de la vida, sino del sexo).
Pero para los gringos es diferente, no se sienten nada cómodos con la idea de la muerte.
Y como han comprado los terrenos, pues le llaman como quieren.
Y como decía, es paradójico que una ensenada llena de pozas intermareales, rebosantes de vida, que se llama “de los Muertos”, se quiera cambiar de nombre para el mercado gringo, cuando todo eso esté muerto, por el afectado nombre de “de los Sueños”.


Un poco más al norte, alrededor del municipio de Loreto y junto al Parque Nacional de la Bahía de Loreto, hay proyecto urbanísticos para, de aquí al 2020, pasar de los 15.000 habitantes actuales, a 800.000. Me imagino que algo así pasó en Benidorm, pero entonces yo no estaba y no lo vi.
Estando hace unos días en la impresionante Ensenada Blanca, donde están bastante avanzados otros planes de “desarrollo”, sólo se me viene a la mente la imagen, horrible y aterradora, de Benidorm desde la autopista.
Aquí os dejo, intercaladas para no aburrir mucho, algunas fotos de esas preciosas pozas intermareales de la Ensenada de los Muertos, antes de que la maten, en una especie de orgía constructora, en absoluto onírica.

No tiene nada que ver, pero me gusta esta foto de Mónica saludando al mar en Los Cerritos. otra playa sin urbanizar, aunque llena de surfistas, inocentes surfistas

Ahora, una pregunta para reflexionar.
Según el Banco de España, somos la séptima potencia económica del mundo, ¿sería posible sin todos los Benidorm de nuestras costas? ¿Merece la pena?
Para mí, la primera respuesta es no, y la segunda también, rotundamente NO.

2 comentarios:

Iñaki Abella Gutiérrez dijo...

Pues sí, así estamos. Si te interesa el tema de vender el jamón (a mí no, es caro, pero va a ser prohibitivo) puedes ver lo que habla el New York Times sobre España en este enlace:
http://topics.nytimes.com/top/news/international/countriesandterritories/spain/index.html
El año pasado conocí un gringo niño rico que su comida favorita el jamón ibérico (no dijo serrano, no sabe ná), así que vete haciendo acopio para cuando no podamos pagarlo.

Anónimo dijo...

La fotografías una chulada, especialmente la de Mónica.
Carlos