25 octubre 2007

Carpe Diem

Hace unos días estuve con una gente tomando algo en un bar. Apenas tenían 28 años de edad, aunque por la ropa (traje de chaqueta y corbata) y el aspecto físico (entrados en kilos, canas y/o entradas), se diría que eran mayores que yo (vaqueros, camiseta raída, algún kilo de más pero no muchos, ni una cana y entradas las de siempre).
Tras unos minutos de conversación ya no había duda: ¡eran mayores que yo!
Con un espíritu más bien conservador, nos persuadían a tener un trabajo normal, con un contrato "decente" y estable, una hipóteca y todas esas cosas que se supone uno "debe" hacer cuando madura... ¡aunque no "quiera" hacerlas!
Cada vez que regreso de un trabajo en el extranjero y mientras enlazo con el siguiente, trabajo para una empresa poniendo carteles publicitarios en las fachadas de edificios o en andamios, con la que empecé a trabajar allá por 1998.
Lo que hace que vuelva siempre a ese trabajo, es que siempre que vuelvo permiten que me reincopore inmediatamente y que trabajo cuando quiero, al igual que el resto de mis compañeros.
Obviamente no es un trabajo muy estable y si estás pensando en formar una familia, quizá no sea el adecuado, pero si lo que estás pensando es trabajar lo mínimo y tener el máximo tiempo libre, es un buen trabajo. Es un trabajo en el que nunca harás lo que "debes", pero siempre disfrutarás de la vida como los demás desearían hacer pero nunca harán.
Antes de irme a trabajar fuera de España, trabajaba allí de manera más o menos continua; por las características del trabajo, pude compaginarlo con la carrera, a pesar de que Biológicas tiene una gran carga lectiva de prácticas de asistencia obligatoria, y además, cuando no estudiaba ni curraba, me iba a la montaña con algún compañero que estaba tan libre como yo. Habitualmente no era fin de semana, con lo que el campo está sólo y no tienes que hacer cola para escalar, esquiar o lo que sea.

Foto: Jaime Portland
Colgado con Dani de El Corte Inglés de las Castellana de Madrid para poner los horribles y falsos pinos de Navidad

Foto: Daniel Encinas.
El mismo momento y el mismo trabajo

Para que este tipo de trabajo te guste has de ser un "vainas" más que un "calamar"
Un vainas es aquél que disfruta de la vida y del momento sin importarle ni pensar en el futuro más allá de dos o tres semanas; que prefiere un trabajo inestable que no le ate aunque no le dé mucho dinero a uno estable con el que se forra pero le corta las alas.
Un calamar es un trabajador trajeado y encorbatado por exigencias del trabajo y que habitualmente prefiere todo lo contrario al vainas, esto es, un trabajo estable y bien pagado aun a costa de su libertad individual.
Yo soy claramente un vainas, y no me interesa lo más mínimo tener un trabajo estable si no es un trabajo que realmente me guste (fuera de España y en biología de la conservación, por si alguien tiene alguna oferta), ni una vida establecida como ¡dios manda!
Quiero disfrutar de la vida y de cada momento y lo único que me importa del futuro es que el domingo me voy a Mozambique a no sé muy bien qué, pero no me importa.
¿Inmadurez? ¿Complejo de Peter Pan?
Yo le llamo "hacer lo que quieres y no lo que debes".
Mucha gente me dice que querrían hacer lo que yo hago, pero es mentira, la gente desearía hacer lo que yo hago, pero no quieren, si quisieran, si realmente quisieran, lo harían.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No es que realmente no lo quieran, es que tienen miedo de hacerlo. Tienen una barrera infranqueable, la inseguridad de no saber que van a hacer el mes que viene, la gente no puede con eso. También el sentido de posesión, MI casa, MI coche, MI tele, sin darse cuenta que perdieron su posesión más apreciada, su tiempo.

Anónimo dijo...

Iñaki, apoyo tu visión y me parece muy respetable. Cuantas más ataduras tenemos, más difícil se hace volver atras, hasta que llega un punto en el que no hay retorno.
Yo tengo la fortuna de haberme buscado lo que considero un cómodo término medio, que me permite más libertades que a la mayoria de los asalariados de este bonito planeta sin cambios climáticos.
Con el trabajo supuestamente más estable que existe (hasta que llegue le día que me cargue a un loco bajito), me puedo permitir el lujo de irme a trabajar al extranjero, cambiar el tipo de trabajo si lo desease y disfrutar de largas vacaciones para poder seguir considerando que tengo tiempo para mí y no vivo para trabajar.
...o eso creo.
Un brazo amigo!
Fré

Anónimo dijo...

Hombre la verdad es que ni de coña estás tú en la parte de "calamares" aunque seas funcionario. Supongo que también es una cosa de actitud, no sólo del tipo de trabajo que llevas, tampoco creo que Álvaro, que es empresario y va trajeado y demás, se un calamar. No sé quizá no me he expresado bien, pero creo que sabemos a lo que me refiero.
Gracias por tus comentarios ¡¡¡Me lees!!!

Anónimo dijo...

Ya, pero creo que el miedo se vence queriendo (o sin querer queriendo con dice el chavo). La primera vez que haces algo siempre da miedo, pero si realmente quieres hacerlo, lo vences.

Jaime dijo...

Joder iñaki. 100% coontigo. y se muy bien de lo que hablas macho. yo no se ni donde me encuentro, de vainas supongo, por que de calamar si que no. peleo por conservar al menos espiritu de vainas. es dificil eh!!!!!!

un gran saludo y a disfrutar.
que recuerdos esas fotos, porque a pesar de todo lo malo que se ha pasado con el casco ese amarillo, al final son más las cosas buenas.

un abrazo.

tengo un blog.....
http://escenasychascarrillos.blogspot.com/

Jaime