21 febrero 2010

Centro Recreativo


Aquí me paso las primeras dos o tres horas del día, en el "Recreational Centre", que algunos traducen como Centro Recreacional, palabra esta última que no existe en español, y yo como Cetro Recreativo, que me suena más a sala ahumada llena de tragaperras y futbolines donde pasé parte de mi adolescencia, así que, más próximo a la realidad, a la mía al menos, creo que voy a pasar a llamarle, Centro de Tortura Autoinflinjida Voluntariamente.
Lo que aquí llaman así, es el club deportivo con piscina, gimnasio, pistas de baloncesto, fútbol, tenis, squash, sauna, jacuzzi, baño turco y restaurante-cafetería donde relajarse después de todo.
También hay un paseo natural por un bosquecillo bastante bonito pero pequeño.
Es un buen sitio para todos aquéllos que vengáis a visitarnos y pasar un día relajados en la piscina.
Pero yo no voy a relajarme.
Principalmente voy a hacer ejercicio aeróbico, correr, bici, escalera y remo, todo en máquinas claro, y piscina. Pero ya llevo dos semanas que además hago algunas pesas.
El caso es que esta semana he acabado especialmente cansado:
Lunes: 20 minutos de remo (4 kilómetros según la máquina), 40 corriendo (9 kilómetros), abobinables y pesas para pectorales.
Las endorfinas cumplen su misión y me siento eufórico.
Martes: 35 minutos bici, 30 en la máquina de escalera, abobinables y pesas: mancuernas para hombros, brazos y máquinas para dorsales. Veinte largos en la piscina de 25 metros.
La euforia torna en sosiego.
Miércoles: 20 minutos remo, 40 carrera, abobinables y pesas. Dos largos en la piscina para relajarme.
El sosiego se crece y me quedo transpuesto en la hamaca.
Jueves: 35 minutos remo, 30 escalera y abobinables.
Cosechan mis despojos y los transportan al vestuario donde tras ímprobo esfuerzo me meto en el jacuzzi hasta que me recupero.
Llamamos a los de la escalada para decirles que no vamos.
Viernes: 20 minutos remo, 40 corriendo y abobinables.
Los despojos se desmiembran, me llevan en parihuelas hasta una hamaca junto a la piscina; tres horas más tarde me despierto desconcertado y algo perdido. Mónica me recoge y me deposita en el coche de camino a casa. Me sube a la habitación y me aletargo hasta el día siguiente.
Paso el sábado y el domingo suplicando que no llegue mañana, lunes.
¡Que dura es la vida del ocioso!
Lo peor es que por momentos creo que me estoy volviendo vigoréxico; ayer me estaba haciendo un batido de papaya, plátano y yogur y se me pasó por la cabeza echarle ¡yemas de huevo!
Y eso que tengo claro que yo no saco músculo ni con silicona.
Menos mal que hace poco leí que lo de "mens sana in corpore sano", es cierto.
Parece ser que al favorecer la circulación sanguínea, también en el cerebro, se forman más conexiones neuronales y más células nerviosas, pero me parece a mí que se me mueren a pájaras.
Supongo que si resisto tres o cuatro semanas más, podré empezar a ponerme en forma.

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